Florian Zeller es más conocido por su trayectoria teatral que cinematográfica. Autor de más de una decena de obras, se ha lanzado a dirigir su primer largometraje adaptando, precisamente, una de ellas. Una película dura, con cierto regusto agridulce y un retrato amargo de la soledad y del paso del tiempo.
Vaya por delante que El padre no es sólo una película que habla sólo del Alzheimer, o la demencia, es una película, sobre todo, que habla sobre el paso del tiempo, utilizando este tipo de enfermedad degenerativa como medio para hablar de ello. El padre es una película de clarísimo corte dramático, a pesar de que tiene en su guion algún que otro pequeño toque sutil de humor, pero no es una cinta que esconda sus cartas, las muestra prácticamente desde el minuto uno.
El imparable avance de la vida, aquí siempre desde el punto de vista del protagonista, hace que la película pase por distintas fases, pero nunca olvidando su principal naturaleza, su carácter dramático. No es que sea una película especialmente emotiva, pero si tiene buenos detalles, sobre todo en su tramo final, que tocan la fibra sensible y que parecen ser una especie de colofón final a todo lo que el espectador ha tenido que ver.
Zeller se muestra muy realista, contando la película desde un punto de vista sincero, sin prácticamente metáforas. El padre es una cinta a la que podemos agradecer su honestidad, su transparencia, no esconde nada.
Mención especial, quizá su esencia, acerca del montaje, que es lo que hace a la película diferencia a lo que podría haber sido un drama simplón sobre una enfermedad. Zeller combina la realidad con la imagen de ella por parte del anciano protagonista, confundiendo al espectador en varios momentos, pero siempre dejándole claro que no pretende perderle, sino tratar de ponerle en la mente de Anthony.
Y para dar vida a estos personajes es necesario tener a grandes nombres y quien sino el de Anthony Hopkins como principal eje de la historia, en un papel soberbio, veraz y con una seriedad espectacular. La réplica se la da Olivia Colman (la reina Isabel II en la serie The Crown, entre otras muchas grandes interpretaciones), una actriz que no necesita presentación y que papel que toca, papel que convierte en inolvidable. No hay duda de que las escenas que ambos comparten, son oro dentro de la película.
Zeller ha hecho un retrato duro sobre la situación, sobre un tema complicado de abordar sin caer en clichés o en melodramas fáciles. Lo ha hecho con cierta originalidad con muy buenas maneras (la película destila sobriedad y buen hacer) y contando con un elenco de actores maravilloso.
No es una cinta que nos vaya a descubrir nada, porque tampoco quiere eso, pero su trabajo en la dirección y su forma de contar las cosas son las que hacen que El padre sea una película que merezca mucho la pena ver, a pesar de su duro tramo final.