El anterior trabajo de Adam Wingard, Tú eres el siguiente (2011) era un ejercicio de terror-suspense que, utilizando artimañas y elementos clásicos, intentaba dar una nueva visión del género. Wingard es un amante del cine de género, y en sus películas siempre hay elementos fácilmente reconocibles para el público.
Es evidente que The Guest es Dan Stevens. La película gira en torno a él en todo momento. Stevens es el protagonista absoluto. Valiéndose de su presencia y carisma, logra fabricar un personaje enigmático, amable al mismo tiempo, pero que uno sabe que hay algo más detrás de esa hermosa fachada. El resto del reparto tampoco deja lugar para mucho más, sencillamente se dedican a hacerle el papel más fácil al protagonista. No hay nombres que destaquen y algunos personajes está un tanto desdibujados, como que da la sensación de que falta saber algo más de ellos.
Pero The Guest, y como hemos comenzado esta reseña, hace un alto en el thriller más moderno para tomar elementos de títulos de hace años. Aquí no hay nada rebuscado, todo está medido, explicado en su justa medida y el guión prosigue su camino sin problemas. Sólo es en su tramo final cuando The Guest deja ver todos sus defectos (la película y Wingard). Una resolución muy floja, algo que también pudimos comprobar en su anterior trabajo.
No obstante y si desdeñar el trabajo de todos, The Guest al menos logra entretenernos casi todo el tiempo. Wingard mete escenas de relleno que siempre aportan algo, incluso se permite el lujo de meter en el guión (escrito por Simon Barrett con quien ha trabajado casi siempre) algún que otro punto cómico, para darle al personaje de Stevens ese aire de caradura simpático.
The Guest es, a grandes rasgos una cinta bastante sencilla, sin excesos y tampoco nos va a descubrir nada nuevo. Wingard maneja los hilos de una historia que poco a poco se va descubriendo ante nosotros y que finalmente, se desvela a trompicones y de mala manera.