Cuenta Fede Álvarez (Montevideo, 1978) que la saga Alien es casi como el sueño de su vida, que el terror-ciencia ficción es uno de los géneros que más le gustan. Tras varios años preparando esta nueva entrega (mientras Scott rodaba Prometheus (2012) y Alien: Covenant (2017)) por fin parece haberlo cumplido. Para el propio director, todo ha merecido la pena y para el espectador, tras sus casi dos horas de metraje, posiblemente también. Pero uno corre el riesgo de salir ligeramente decepcionado si lo que busca realmente es un giro de 180 grados en una saga que acumula unas cuantas entregas. Scott lo intentó con su última e incomprendida aproximación al xenomorfo, Álvarez ha sido inteligente y da lo que muchos querían.
Alien: Romulus (Fede Álvarez, 2024), secuela directa de la cinta de Scott de 1978, viene a reunir en una sola película, esos momentos más épicos/icónicos/recordados de, posiblemente, todas las películas de la saga. De Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1978) es de la que más bebe, y es que la cinta es una equilibrada mezcla visual entre el cine de finales de los setenta y el más actual, con una sabia mixtura de efectos prácticos y digitales que superancon creces, cualquier cinta de superhéroes que podamos ver ahora mismo en cines. Y es que el Alien: Romulus parece que todo se puede tocar, parece que no ha pasado el tiempo (ordenadores, pasillos, escotillas, paredes, símbolos en las puertas…) prácticamente todo huele a la cinta original.
Podemos echarle en cara a su dupla de guionistas (Álvarez vuelve a contar con amigo Rodrigo Sayagues para escribir) algún que otro fallo de guion o que la historia no sea lo suficientemente novedosa como para justificar verla, creo que sería un craso error (de Alien hay que ver todo en el cine, y no hay más), pero ¿acaso esta saga ofrece algo más? No es un punto negativo, es que sencillamente está en sus genes. Aquí sustituimos personajes adultos, por jóvenes con deseos de una vida mejor (de nuevo ese guiño contra el capitalismo), jóvenes encerrados en una monotonía laboral que se compadrea con la explotación y que, tienen un objetivo, un fin, y durante toda la película luchan y pelean por él, cueste lo que cueste, incluso si se las tienen que ver con el monstruo de marras. Y todo esto lo plantea en la primera media hora ¿no es para aplaudir?
La cinta tiene personajes para todos los gustos. Aquí no hay Ripley, sino una Rain, con el rostro de esa promesa que ya destacaba en Civil War (Alex Garland, 2024) como es Cailee Spaeny. Un personaje que va creciendo durante toda la película (como lo hacía Ripley), que tiene conflictos y que siempre se mantiene en su objetivo. Le sigue David Jonsson, que interpreta al humano artificial que no puede faltar (curiosamente el personaje de Fassbender que aparecía en las dos últimas entregas de la saga se llamaba David) cuyo viaje durante toda la película es realmente notable, al igual que la interpretación de este joven actor, a quien prácticamente descubrimos en esta cinta. Y, sí, desgraciadamente el resto de secundarios adolece de esta enfermedad de “personaje florero” que tanto se estila ahora en el cine. Personajes bastantes planos y que poco o nada aportan a los protagonistas.
Pero como sucede en películas que rescatan sagas o títulos de hace tiempo, el “factor nostalgia” vuelve a resurgir. Alien: Romulus no escapa de ese ‘fan service’ que a muchos no termina de gustar (y me incluyo). ¿Realmente es necesario hacer guiños para generaciones anteriores? Puedes tomar elementos puntuales y soltarlos en momentos concretos, pero calcar planos, escenas o frases, roza en momentos una falta de personalidad que tira muchos de los logros alcanzados hasta entonces. Y esto sin contar la infame utilización de CGI en momentos puntuales. Afortunadamente son pocos. Que Álvarez tiene adoración por la saga nos ha quedado claro, pero hay cosas que se pueden contar de otra forma.
Alien: Romulus es una cinta muy entretenida, no se hace pesada, mantiene el ritmo prácticamente durante todo el metraje y conserva los elementos que han convertido a la saga en icónica del cine. Los miedos primarios como la oscuridad o la muerte, siguen presentes en una película que adolece más de falta de personalidad que de otra cosa.
Con elementos más interesantes que aborrecibles, Alien: Romulus viene a dejar claro que rumbo debe tomar esta saga a partir de ahora.