Primera película para los directores Gerard Bush y Christopher Renz, cuya trayectoria audiovisual se ha desarrollado sobre todo en el campo del videoclip y el cortometraje. Y esto es algo que se puede intuir con su salto al largometraje, a través de esta Antebellum, ya que a nivel visual la película resulta bastante destacable. La imagen, la combinación de colores y una composición de planos que en ocasiones roza el preciosismo visual (aunque parezca mentira), son algunas muestras de ello. Sin embargo, no podemos alabar lo mismo el guion.
Partimos de la base de que resulta un poco complicado hablar de Antebellum sin desvelar datos importantes de su trama. Como thriller elaborado que es, mucho más que una cinta de terror, la película juega con elementos característicos del género, y compone algunas escenas en base a una interesante puesta en escena y a unas interpretaciones muy correctas, aunque sin destacar demasiado alguna.
La trama se mueve en dos líneas temporales, lo que permite jugar con acciones “desordenadas” que luego confluyen en su impactante desenlace. A nivel de construcción de historia, la verdad es que poco podemos decir sobre una cinta que bascula entre dos temas bastante candentes, como son el racismo y el papel de la mujer en la sociedad. Bush y Renz, que escribe el libreto de la película, se han encargado de marcar mucho estos dos conflictos, aunque en imagen, son más que evidentes. Resulta inevitable echar la vista atrás y tomar a Déjame salir (Jordan Peele, 2017) como referencia, a fin de cuentas Antebellum comparte productores con aquella película.
Pero donde realmente yerra Antebellum es en su guion. Un potencial tan bueno como éste (bien podría ser una miniserie) no merece tener algunas escenas gratuitas o que nada aportan a la trama.
Este defecto, quizá bastante importante, lastra una película que además no tiene un ritmo fácil de seguir. No se le puede poner muchas pegas al ritmo de una película si su historia lo justifica, pero en este caso no hay mucho de donde sacar durante casi una primera hora, en la que, si bien pasan cosas, por momentos se vuelve aburrida y falta de interés. Sólo es en los minutos finales cuando realmente la cinta funciona con todo su mecanismo.
La cantante/actriz Janelle Monáe se encarga de un personaje fuerte y débil casi al mismo tiempo. Le da fuerza, le da coraje y sobre todo le da presencia. Pero también aporta en muchos momentos, la fragilidad necesaria que el drama exige. No vamos a emocionarnos con Antebellum, eso también es verdad, pero tampoco parece que sea su intención.
Una película bastante irregular, con buen potencial que, seguramente, no aguante verse más de una vez, y que bien puede resultar un descubrimiento y una buena dosis de intriga. Eso sí, como drama de denuncia no aporta nada y parece más todo una excusa para contarnos una historia con sorpresa al final.
