Desde hace tiempo, los fantasmas de los conflictos bélicos en los que ha intervenido Estados Unidos, han servido de caldo de cultivo para interesantes producciones. Parecía que Vietnam era siempre el recurso fácil para mostrar, siempre desde un punto de vista (se supone) objetivo, ciertas dudas acerca de la política norteamericana en temas de conflictos armados. En un noventa y nueve por ciento de los casos, éstos ejercicios servían también para mostrar una cara anti belicista por parte de su creador, algo que dejaba el discurso en todo un alegato panfletario (normalmente bien adornado, claro).
Doug Liman (The Bourne Identity (El caso Bourne) (2002) o Sr. y Sra. Smith (2005)) actualiza este tipo de ejercicios con una solvente película, mezcla entre cinta de suspense y alegato, como he dicho anteriormente anti bélico más próximo a una crítica hacia el gobierno de George W. Bush que a una película en la que nadie sabe lo que sucede. El resultado es, como digo, solvente, aunque no exento de ciertos aspectos a tener en cuenta a la hora de plantarse en la sala para verla. Caza a la espía recrea con bastante credibilidad y realismo una trama política que salpicó a la administración norteamericana años después de los atentados del 11 de Septiembre. Una trama que puso en duda la credibilidad del mismísimo presidente del gobierno.
Basada en la propia biografía de Valerie Plame y en un libro de su marido, la historia de Caza a la espía es realmente importante. La lucha de un matrimonio por salvarse y por cuestionar decisiones de la presidencia tiene, sin duda un alto precio, y ambos protagonistas lo saben. Aunque Liman realmente no se postula (ya lo hace por él la propia historia) le reconocemos sin duda el mérito de, a estas alturas, retomar estos fantasmas que tantos muertos han llevado al territorio norteamericano y tantas veces se ha puesto en duda. Desde ese aspecto, Caza a la espía muestra hechos, documentados y veraces, todo ello sin mucha floritura “made in Hollywood”. En ese sentido, la película sigue un corte bastante clásico del género.
Apenas hay excesos pero la forma no resulta del todo interesante y/o eficaz. Liman ha optado incluso por coger la cámara él mismo (figura como director de fotografía) y quizá sea uno de los principales “peros” que le pongamos a Caza a la espía. Su composición, a nivel técnico, resulta en ocasiones desesperante. Planos cortados, descuadres, cabezas que no aparecen pero hablan, demasiados movimientos… son detalles que puede nensombrecer la película. Con una clara intención dinámica, este tipo de composiciones o de forma de rodar, si se prefiere, entorpece en ocasiones algunos aspectos del discurso, llevando a la distracción o incluso al enfado porque Liman no deja quieta la cámara. Se ayuda de imágenes reales de archivo para completar su trabajo, lo cual se agradece, ya que dota a la cinta de un ligero toque documental.
No obstante, también juega mucho a su favor la pareja protagonista. Naomi Watts, ya establecida desde hace tiempo como una protagonista más, ejerce con seriedad y con su buen hacer, un papel fuerte, de una mujer decidida a luchar por todo y que a pesar de algunos momentos de bajón, consigue llegar hasta el final y decir ante un tribunal que el gobierno norteamericano mintió sobre las famosas ADM (Armas de Destrucción Masiva) iraquíes. Junto a ella un siempre sorprendente Sean Penn, cuyos 2 Oscar sin duda dan una imagen de una verdadera estrella, uno de los actores con más solvencia del panorama internacional. El resto de secundarios, siguen un papel sencillo y acompañan perfectamente lo que Liman quiere contar. En ese sentido y si echamos un ojo a sus anteriores trabajos, Caza a la espía mantiene la línea de un buen reparto.
Por tanto interesante propuesta que se centra en la defensa e investigación de este matrimonio por sacar a la luz la verdad. Una verdad que puso en peligro sus vidas. Doug Liman factura una película sólida con un buen guión, todas las piezas encajan (juega a su favor, eso también es verdad) y un interesante ejercicio de thriller político de los que pocos hay en la actualidad. Se desmarca de la acción (la película no tiene y se agradece) y además corrobora capítulos de la historia que muchos no se cansaron de defender. No se postula, pero quizá tampoco sea necesario que lo haga.
Si que es verdad que es una película construida sobre todo para los que gustan de este tipo de productos. Aquí no hay muchos giros de guión, no hay escenas de intensidad, pero si que hay una buena historia, y unos buenos actores. Sean Penn y Naomi Watts (ya trabajaron juntos en 21 gramos (Alejandro González Iñarritu, 2003) realizan sendos papeles espléndidos, cargados de fuerza y veracidad, se enfrentaron al gobierno más poderoso y cuestionaron su autoridad. No se hace lenta (a un servidor hasta se le hizo corta) pero es cine para ir preparado y saber que nos vamos a encontrar una película de las que hay que estar atentos en todo momento.