Tercera colaboración entre el director/guionista madrileño Fernando León de Aranoa y el actor Javier Bardem. Ambos se ‘conocieron’ en la magnífica Los lunes al sol (2002), volvieron a unir fuerzas en Loving Pablo (2017) y ahora regresan al cine social más ácido con esta película, un hilarante pero crudo retrato sobre una España que parece abocada a una autodestrucción (maltrata lo que la hace crecer), a través de la radiografía de la figura del empresario.
Que Fernando León de Aranoa es uno de los mejores guionistas que ha dado el cine español es algo que muy pocos pueden rebatir. Esa combinación entre la comedia y el drama más turbio le han consolidad como un director/guionista cuyo cine (mayormente de carácter social) nunca deja indiferente. León de Aranoa tocó el problema de la inadaptación social en círculos de jóvenes problemáticos con su segunda película, Barrio (1998). Una cinta que hablaba de sueños rotos, de metas inalcanzables, pero también de vidas felices, todo a través de la visión de tres jóvenes de un barrio de clase obrera.
Pero previamente había tratado el tema de la soledad con su primera obra, Familia (1996), con un reparto espléndido y con una frescura en el guion que destacó por encima de todo. Ya por aquel entonces, dejaba muy claro cuales eran sus cartas, apostar por el drama pero siempre tratando de crear un contrapunto con toques de comedia inteligente.
Tras deambular por documentales, vuelve a aterrizar en el cine social con dos películas, Los lunes al sol (2002) y Princesas (2005). La primera, una película redonda en donde tocaba el delicado tema de la falta de trabajo. Quizá sea su cinta más redonda. Y la segunda hablaba sobre el mundo de la prostitución.
Con El buen patrón, Aranoa no sólo se vuelve a encontrar con rostros conocidos (Bardem o Celso Bugallo), sino que retoma de nuevo ese cine tan característico, tan lleno de detalles, tan histriónico y a la vez tan triste.
La película es un retrato de una España concreta, no generaliza. Es el retrato de un hombre casi sin principios que por momentos es un héroe para el público y a la vez es un verdugo. Un personaje equilibrado (no en el sentido que querríamos), que tan pronto echa una mano a sus empleados, como los echa a patadas de su empresa. Tan pronto ayuda a amigos, como se acuesta con ellas.
El buen patrón está llena de frases maravillosas, de personajes con los que es muy fácil empatizar (y no), con los que uno puede llorar y reírse en el mismo minuto. Aranoa siempre pone el punto trágico (de nuevo con el rostro de un cabizbajo Celso Bugallo), y además el punto canalla (y por qué no, cínico) al personaje de un Javier Bardem absolutamente soberbio, en todos los niveles. Posiblemente uno de los mejores de toda su carrera dentro del cine español.
La película tampoco se detiene en analizar cada aspecto, eso se lo deja al espectador que, ávido por seguir lo que le están contando, asiste atónico a un buen puñado de situaciones casi de chiste pero que, desgraciadamente están relatadas con bastante realismo.
Ácida, crítica, “berlanguiana” por momentos… hay de todo en una película sumamente completa y que además está muy bien escrita e interpretada.
