Stephen Chbosky se ha atrevido a lanzarse a la dirección tras el enorme éxito que ha obtenido con su novela Las ventajas de ser un marginado. Y precisamente debuta en la dirección de largometrajes con la adaptación de su propia novela, algo que para los que la disfrutaron en su día, será de gran alivio.
Lo más interesante de Las ventajas de ser un marginado, al menos a primera vista, es su capacidad de atracción como producto cinematográfico. Lo que en un principio puede parece una película de adolescentes, poco a poco y casi sin darnos cuenta, se transforma en un drama intenso aunque, todo hay que decirlo, contenido en su mayor parte.
La participación de Logan Lerman como protagonista, sin duda le da a la cinta cierto empaque casi “indie” y además le aporta una seriedad poco común en cintas para un público algo más maduro. Lerman está muy bien dentro de su personaje, se le nota cómodo en un Charlie que, aunque no exento de tópicos juveniles, logra transmitir en la recta final de la cinta, lo que Chbosky pretende. Sin duda es todo un re-descubrimiento.
Igualmente habría que señalar la estupenda interpretación de los dos secundarios que acompañan al protagonista en su viaje mental y sensual. Por un lado Emma Watson que, alejada ya de la saga de Potter, podemos advertirla una prometedora carrera en una actriz que logra transmitir, sin duda, lo que su personaje requiere. Junto a ella, el joven Ezra Miller, que ya despuntaba en la notable Tenemos que hablar de Kevin.
Las ventajas de ser un marginado contiene un enorme catálogo de lo que supone el paso de la juventud a un pequeño escalón más allá de ésta. Todos, o casi todo, hemos podido vivir en nuestras carnes algunas de las situaciones que se plantean en la cinta, lo que ayuda a que el público se identifique (y por ende, simpatice) ya no sólo con los personajes (todos nos caen bien, curiosamente), sino con el resto de la historia, y lo que eso conlleva.
Chbosky se explaya además en los complementos que la aderezan, bien sea una cuidada selección musical, una sobria y efectiva imagen, y una técnica bastante conservadora. Sí, no arriesga, pero es que a Las ventajas de ser un marginado no le hacen falta riesgos. Con su buen guión y sus más que esmeradas interpretaciones, la película se vende sola.
Mucho más interesante supone, además, su tramo final, en el que se va desgranando cada una de las pautas que han marcado (y seguramente marcarán) la vida del pobre Charlie. El gran giro que da la cinta es lo que puede descolocar al personal, pero en cierto modo, guarda una lógica. Cinta que sorprende y que, aunque tenga algunos momentos un poco dilatados, en el fondo es una película compleja (y completa) y consigue hacernos cómplices de la vida de Charlie. Y es que a veces juzgamos muy a la ligera sin antes pensar en lo que hay detrás.