Debido a la enorme crisis imaginativa que lleva atravesando Disney desde hace ya unos cuantos años (sólo hay que echar la vista atrás y ver sus últimas producciones), sigue empeñada en revivir los, llamados por ella misma, clásicos, que hace unos diez o veinte años, fueron uno de los pilares esenciales para su negocio, hoy en día más enfocado a otras cosas.
Su última criatura es la versión con actores reales (lo que llaman “live action”) de Mulán, el clásico que dirigieron en 1998 Tony Bancroft y Barry Cook (que por cierto, poco o nada más hicieron tras ella con la empresa del ratón). La historia contaba la peripecia de Mulán, una joven que se hace pasar por un soldado para honrar a su familia y, de paso, derrotar a los ejércitos enemigos invasores de China. Una historia que tiene más una base de leyenda que de hechos reales. Hasta hoy en día, no existen pruebas de que esta mujer existiera. A pesar de ello, su historia sirve como inspiración para un buen puñado de reivindicaciones.
Habría que empezar destacando que esta versión elimina por completo dos elementos que hacían que la versión animada fuera mucho más entretenida. Por un lado el apartado musical, en donde las canciones de Matthew Wilder y David Zippel han sido directamente eliminadas, y la espléndida banda sonora de Jerry Goldsmith ha sido sustituida por la fría música de Harry Gregson-Williams. Y por otro lado se ha eliminado cualquier elemento cómico, lo que supone sacrificar a algunos personajes, sí estamos hablando de Mushu.
Con esas dos patas menos, nos queda prácticamente la historia en sí, la esencia de Mulán. Pero una mesa no se puede sujetar por dos patas, así que hay que suplirlas, y aquí se ha hecho en base a dos elementos, como son la fotografía (hermosas postales las que filma la australiana Mandy Walker) y unos efectos digitales que bien podrían pasar por un blockbuster de superhéroes. Cumplen, pero no son nada del otro mundo.
La madurez con la que se enfrenta Disney a esta historia también viene marcada por una directora que no impronta demasiado su firma, seguramente por imposiciones de la propia productora, por lo que es una película, en ese aspecto, un tanto impersonal, en donde un cambio de dirección no habría supuesto nada.
En plena época por la igualdad de derechos entre sexos, se ha sabido lanzar bien este producto que, precisamente, aboga por ello y porque, como Disney nos ha recordado en muchas otras ocasiones, la belleza, la valentía o el honor, casi siempre suelen encontrarse en el interior de las personas.
A esto hemos de sumarle el habitual filtro que Disney aplica sobre cualquier producción propia, en donde elimina elementos reales o bien los camufla sabiamente para que el personal no se ¿escandalice? de lo que está viendo. Hablamos de violencia, por poner un ejemplo.
Y es que Mulán podría pasar con una cinta de iniciación al “wuxia”, ese tipo de producciones tan espectaculares y épicas procedentes de Oriente y que, aunque se atisba su inspiración, no termina por llegar a los grandes títulos que han marcado filmografías de directores como Tsui Hark o King Hu. Es un buen intento, y una buena aproximación, pero se queda en eso, en una cinta más orientada a adolescentes que a otro público algo más maduro (ojo, que aquí no se trata al espectador como un niño).
Como producto es muy agradecido, es absolutamente honesta y contiene, como digo, la esencia del clásico animado. Pero quizá una “remasterización” habría exigido algo más de chicha, una película con algo más, no únicamente plasmar la esencia.
A nivel interpretativo se puede hablar bastante poco de esta Mulán. La presencia de grandes nombres como Donnie Yen, Jet Li, Gong Li o Tzi Ma, no hacen más que llenar esos huecos de nostalgia y calidad que suelen estar siempre vacíos. La nueva hornada de jóvenes actores (incluyo a Yifei Liu, que ya tiene unas cuantas películas detrás) son solventes y poco más.
Una película entretenida, que se ve bien, no resulta demasiado aburrida pero no viene a descubrirnos el fuego a estas alturas, porque le falta algo más grande, un poco de alma.
Una de la mayores bazas de Disney para este año era esta superproducción que costó unos 200 millones de dólares, pero por la crisis de COVID y tras varios retrasos, se estrenó directamente en su plataforma VOD, con un coste adicional que generó cierta polémica, ya que meses después de su estreno, la película se podrá ver de forma gratuita para todos los suscriptores de Disney+.
Puede verse en Disney+ y Rakuten TV y a través de la plataforma de alquiler/compra de Microsoft. Google Play o el servicio de VOD de YouTube también la ofertan en su catálogo. Igualmente está editada tanto en DVD como en bluray.