Bajo el ala de Michael Bay, encargado de la producción, esta nueva adaptación a la gran pantalla (la quinta si contamos la trilogía de la Fox de hace ya unos años y la película de animación del 2007), no esconde absolutamente nada que no sepamos. Es una cinta plana, sin ánimo de entrar en muchos más detalles, es una película de acción al más puro estilo “made by Bay”.
Que la cinta del irlandés Steve Barron, Las tortugas ninja (1990) no fue precisamente una adaptación espectacular, es algo que muchos reconocen (tampoco contaba con un holgado presupuesto), pero igualmente, con el tiempo se ha convertido en una cinta casi de culto entre los cinéfilos más curiosos. Esto sin duda no le pasará a la revisitación que Jonathan Liebesman (Ira de Titanes, 2012) dirige de una historia bastante sencilla y con la honesta pretensión de entretener. Pero quizá intención no sea precisamente la de conseguir de nuevo al público infantil, como seguramente lo era la de Barron, en esta ocasión, los niños no parecen ser el objetivo, sino un público con ansias de espectáculo, explosiones, peleas y humor zafio (de esto último, afortunadamente, hay poco).
Y es que la versión de estas Ninja Turtles, se torna a cinta previsible, un juguete tecnológico en donde prima sobre todo el espectáculo visual, y en donde, a pesar de mantenerse el discurso esencial (la familia, la unión hace la fuerza, bla, bla, bla…), al final todo esto resulta ser una mera excusa para que Michael Bay produzca una cinta que, de haberla dirigido, poco o nada habría cambiado. Salvo las escenas de acción (sobre todo aquella que sucede en la nieve), el resto no deja de ser una auténtica películita “fast food”, de digestión rápida y con más excesos de todo que faltas (que también las tiene, claro).
Si que al menos, se ha tomado la molestia de mantenerse fieles a las raíces del cómic (origen de todo, allá por 1984), dotando a los protagonistas con caparazón, de la personalidad que tan esencial ha resultado en todas sus adaptaciones. Donatello, Michelangelo, Leonardo y Raphael, conservan bastante el espíritu jovial que las hizo famosas, con alguna que otra escena de humor (reitero, bastante alejado de lo zafio, aunque sin ser intelectual). El resultado, en este apartado es más que aceptable, teniendo en cuenta de qué historia estamos hablando.
El resto de secundarios (sin contar a una Megan Fox en su salsa, es decir, chica-gancho de adorno) cumplen sobradamente su cometido, en base a un guión tan pensado como previsible, con frases lapidarias y secuencias de diálogo bastante poco originales. En ese aspecto, y una vez más, la película no engaña a nadie.
A grandes rasgos, Ninja Turtles, no es una cinta tramposa, juega sus cartas, lo hace a su manera y nos da una nueva visión algo más ¿realista? de los personajes. Si lo que se quiere es entretener, la cinta lo hace por momentos, porque su ritmo en este aspecto, no es precisamente regular.