Parece que la buena química creada por el catalán Jaume Collet-Serra y Liam Neeson en Sin identidad (2011) unida a la producción de Joel Silver, ha tenido un nuevo fruto, el thriller de acción Non-Stop (Sin escalas). Una película que se desenvuelve correctamente por el género que toca, sin arriesgar demasiado.
Los ingredientes de un thriller bastante convencional son ya conocidos, prácticamente, por cualquier espectador. El héroe, la mujer en apuros, la intriga, el villano… es un género muy explotado y que rara vez suele sorprendernos con novedades. Ni siquiera en los últimos años hemos sido testigos de thriller realmente sorprendentes. Non-Stop (Sin escalas) no escapa de estos clichés, a pesar de intentar demostrar su intriga hasta el final.
Pero la sorpresa no es quizá el fuerte de la película. Sí, hay algún que otro giro de guión que puede incitar a dudar al espectador, pero en su cómputo general, Non-Stop (Sin escalas) es una película bastante convencional (siempre dentro de su género), que apenas arriesga pero que tiene la baza de contar con un sólido reparto. Quizá la presencia tanto de Neeson como de Moore sea lo que refuerza sus pequeñas virtudes como thriller.
Sin llegar aún a convertirse en un director de referencia, no podemos sino, agradecer a Jaume Collet-Serra la cantidad de entretenimiento que nos transmite con la película, algo que ya hizo en anteriores trabajos. No es que sea precisamente un realizador rompedor, pero tiene la valentía de contar historias más allá del mero espectáculo cinematográfico, y eso ya es un punto a su favor.
Cercada por un espacio tan reducido como lo es un avión, Non-Stop (Sin escalas) es quizá la cinta menos personal de Collet-Serra. Parece haberse hecho con le objetivo de cumplir un cupo y además de volver a llevar a la gran pantalla a Neeson, últimamente bastante descolgado de proyectos más selectivos. Una lástimo si uno se pone a ver la carrera de este gran actor.
Pero a pesar de su convencionalidad, Non-Stop (Sin escalas) no es una cinta aburrida. Cuenta con un buen ritmo, un buen reparto y un guión solvente (sin tirar cohetes, eso támbien). Quizá bien podría venderse como una opción para cuando en la cartelera no haya nada más interesante que ver.