Su anterior trabajo, Oxígeno (2021) fue expresamente hecho a medida para Netflix y no pareció despertar demasiado interés, a pesar de tener una premisa interesante. Así las cosas, podemos decir que lo último que vimos de Alexandre Aja (París, 1978) fue la cinta de acción y suspense Infierno bajo el agua (2019). Aquella película no pretendía nada más que un sano “entertainment” y lo consiguió. Fue tal que ya se prepara, a día de hoy, una secuela.
Ahora Aja se pone a los mandos de Nunca te sueltes que, como aquella, mezcla ambos géneros, aunque en esta ocasión tiene más peso el thriller (con algo de terror) que otra cosa. Para dar vida a un proyecto nuevo, Aja tiene a los desconocidos guionistas KC Coughlin y Ryan Grassby, cuya pequeña trayectoria se ha desarrollado entre la televisión y alguna que otra producción de escasa repercusión. Ambos han colaborado juntos en varias ocasiones, de hecho, podríamos decir que su trayectoria ha ido en el mismo camino.
Aja tiene además la gran suerte de contar con la actriz Halle Berry para dar vida a la madre protagonista, un personaje que dividirá al público, poniéndole en la tesitura de si todo lo que hace es real o simplemente un macabro juego para proteger a sus hijos del mundo actual. A pesar del buen trabajo de Berry, su presencia no consigue levantar la película que, constantemente sufre de varias caídas de ritmo que hacen que desconectemos de ella con frecuencia.
Junto a ella los niños Percy Daggs IV y Anthony B. Jenkins que hacen buena compañía a Berry y aportan mucha naturalidad a la historia. En ellos es donde el público se puede ver más identificado.
Nunca te sueltes es una historia que habla ya no sólo sobre la figura de la madre, sino también sobre los miedos, el pasado y sobre la idea de la familia como elemento impenetrable ante el mal externo.
Una película que tiene una poderosa premisa, y un buen arranque. Sus primeros treinta o cuarenta minutos sirven de planteamiento para ponernos las piezas en el juego y establecer las reglas. Acto seguido una partida tan aburrida como repetitiva en la que se nos van proponiendo, varias veces, la misma cuestión, y termina por no resultar nada interesante.
Su incansable juego entre si lo que sucede es real o no, entre la existencia o no del mal que tanto pregona el personaje de Berry… No es una mala fórmula, el problema es que se agota rápido. A esto hay que sumarle que, aunque su atmósfera resulta muy interesante, resulta difícil no recurrir a cintas como Un lugar tranquilo (John Krasinski, 2018) o A ciegas (Susanne Bier, 2018) en donde, igualmente, una familia con fuertes vínculos y en un escenario tan vasto y a la vez hostil como puede ser la montaña o un enorme bosque, debe mantenerse unida ante el enemigo común (material o no).
El guion de la cinta no llega a sostenerse, proponiendo diversas preguntas que no tienen respuesta y que además termina en un desenlace donde no se aporta mucho sobre el auténtico dilema que plantea toda la película, que por momentos llega a hacerse hasta lenta. Da la sensación de que no han sabido bien como terminarla.
Nunca te sueltes tiene una buena premisa, un buen reparto, pero su torpe desarrollo la hacen una película bastante decepcionante, viniendo de un cineasta tan preocupado por llamar la atención que, a día de hoy, todavía sigue sin recuperar el brillo de sus inicios.