No es novedad el interés que lleva mostrando Hollywood en el cine de terror oriental (el que algunos denominan J-Horror), un interés que se suele resolver con el “remake” de turno o la secuela que poco o nada aporta a la original. Se hizo con éxitos como The Ring (Hideo Nakata, 1998), La maldición (Takashi Shimizu, 2002) o Dark Water (Hideo Nakata, 2002). Todas ellas, con versiones anglosajonas, han calcado principalmente la fórmula de su origen y, cambiando algunos puntos de vista. Por poner un ejemplo, el director Walter Salles dirigió su particular versión de Dark Water en el 2005, aportando en la historia, más profundidad a los personajes.
El cine tailandés (que también ha tomado nota del J-Horror) sirve de base para esta Retratos del más allá (Msayuki Ochiai, 2008), en concreto la película Shutter: El fotógrafo (Banjong Pisanthanakun y Parkpoom Wongpoom, 2004), sobre la que Ochiai toma la historia y la reinventa sin aportar prácticamente nada nuevo. La cinta tailandesa dejaba cierto poso malsano, también apoyado por su estética tan “low cost” y a la vez tan sucia. Aquí todo es claro, limpio y no hay tiempo para sorprender al personal. Una vez más, Hollywood vuelve a versionar para ajustarlo a su target.
Tenemos a Joshua Jackson (ídolo de adolescentes tras su paso por la serie de televisión Dawson crece) y a Rachael Taylor como pareja protagonista. Unos protagonistas sobre los que apenas se nos desvelan cosas, pero que con el paso de la película vamos averiguando más. Una fórmula que, aunque no sea precisamente nueva, siempre funciona y mantiene al espectador interesado en lo que ve. Sin embargo, lo que les va sucediendo no supone sorpresa alguna. Y es que todo en la película parece estar demasiado medido con la intención de crear sobresaltos en el público, un juego que ya nos sabemos.
La dirección, austera y bastante convencional, no añade tampoco nada ciertamente destacable a la cinta. Todo está decorado con una dirección artística más o menos acorde, y con la intención de generar, siempre que se pueda, mal rollo y sospechas en el personal.
Pero Retratos del más allá, como su origen, también es una película que habla sobre las relaciones, sobre los secretos, sobre los arrepentimientos. Es una película que, a pesar de no contarnos nada nuevo, al menos tiene intención de ser algo más que un mero entretenimiento. Lástimas que eso quede en… eso, en intenciones. Hay indicios sobre su discurso, pero rápidamente queda eclipsado por la ingente necesidad de tratar de asustar al personal, que al fin y al cabo es su objetivo.
Una película simple, con poca profundidad, plana, muy plana; con personajes a los que apenas se les coge cierto cariño/aprecio, y en donde prácticamente nos da lo mismo lo que les pase, porque no hemos tenido mucho tiempo de simpatizar con ellos.
Cine de rápida digestión que, bien puede ser una opción para pasar el rato y que sobre todo dura poco, lo cual evita que la cosa se nos haga demasiado tediosa.