No hay duda de que la saga Venganza marcó considerablemente la carrera del irlandés Liam Neeson. El papel de hombre duro, que hace lo correcto (o lo políticamente correcto), protegiendo a los débiles y derrotando a los malos, le perseguirá prácticamente hasta el retiro de su profesión. Tras aquellas tres películas, Neeson ha retomado de diversas formas, roles con cierta semejanza al del personaje de Brian Mills.
La película bien podría tener un par de formas de entenderse. Por un lado, como producto cinematográfico de entretenimiento. En este caso podemos encontrarnos con un thriller de acción (aunque no hay mucha) bastante flojo, muy convencional y con poco riesgo, algo que no nos sorprende, pues Lorenz no es un director de jugársela.
El realizador Robert Lorenz, que aborda su segundo trabajo tras las cámaras después de la aceptable Golpe de efecto (2012), no parece exigirle demasiado a una historia que bien podría contarse en una sobremesa no demasiado extensa. Y es que uno de sus principales fallos, si no el más notable, es su guion, más concretamente los personajes que lo pueblan.
Podemos salvar al personaje de Neeson, con bastantes pinzas, un héroe casi cogido con alfileres, con pasado militar, al borde del alcoholismo, viudo, con una hija a la que apenas ve, lleno de deudas… sí, demasiados tópicos si lo que queremos en ver algo que no hayamos visto ya. El resto, sobre todo los malos de la función, resultan casi caricaturescos. No hay un villano consistente, que realmente de miedo (hablamos de cárteles de narcotraficantes).
Y por otro lado, podemos verla como una cinta en donde se refleja un poco una época, una sociedad, la americana en donde tras las frontera hay delincuencia, inmigración ilegal… en donde sólo un hombre con armas de fuego puede salvar a los débiles, católico pero que ha perdido la fe… Una serie de elementos demasiado marcados y que no hacen más que enfatizar una rancia ideología que roza el “trumpismo” más rancio. Y es que sí, la película no destila ninguna cosa a destacar.
Pero si nos salimos de ese velado retrato social, The Marksman (El protector) podría dar cierto entretenimiento, porque es lo único que vamos a conseguir de ella. Eso sí, no esperemos tampoco ver a un Neeson en forma, y no precisamente por su edad. El personaje no da para mucho. Si en su anterior trabajo contaba con Clint Eastwood para levantar un poco la historia, aquí hace lo propio con Neeson, aunque si hubiera puesto al de San Francisco, habría dado lo mismo.
Sin duda Lorenz no ha acertado demasiado y la película se vuelve ciertamente tosca, previsible y con cero matices que permitan fijarnos en algo.
A pesar de que su director y su protagonista tendría el peso suficiente como para atraer al público a las salas, es muy probable que la situación global por el coronavirus haya retrasado tanto el estreno de la película que haya terminado por salir del circuito de salas.
Es complicado poder ver la película en castellano a través de las plataformas más conocidas. Aparece en Google Play y en AppleTV+, Vudu e incluso en Youtube, pero de momento no hemos conseguido localizarla.
