Ante la oleada de “remakes” de cintas más o menos modernas, Desafío total se atreve a tocar una de las películas estandarte tanto de Paul Verhoeven como de Schwarzenegger. El resultado queda bastante por debajo de aquella.
Además de haberse hecho un hueco dentro de la entrañable y extraña lista de títulos escritos por Philip K. Dick, Desafío total (1990) ya hizo en su día y gracias a Paul Verhoeven, una cuantiosa cifra en taquilla y encumbró (más si cabe) al forzudo austríaco de moda. Aunque el cometido de aquella obra era, quizá, hacer ver lo revolucionario de la técnica, ahora resulta que Len Wiseman apuesta por lo mismo, eso si, con más artificio que oficio.
Resulta inevitable comparar lo que ha hecho Wiseman con la original que Verhoeven dirigió hace ya más de veinte años. Y resulta inevitable no tener cierto regusto a “esto ya sé lo que es” mientras se desarrolla la acción, es lo que tiene adaptar un clásico tan moderno (si se me permite el juego de palabras). Mientras Verhoeven nos mostró una historia futurista, moderna y muy cañera, desgraciadamente con Wiseman no tenemos la sensación ¿la culpa? La ingente cantidad de efectos especiales que la inundan y que ya hemos visto en otros productos. Desafío total no llega a límites de cine hecho con arte (cuidado, no obra maestra), sino que se pasa de moderna y de superproducción. A pesar de que en ella se han invertido una abundante cantidad de horas, personal humano y dólares, el resultado reluce casi a medias y todo no supera muchas de las producciones de, por ejemplo, Michael Bay, que si la hubiera dirigido, seguramente apenas apreciaríamos la diferencia.
No obstante y sin ánimo de cargar completamente con la película, por lo demás, no deja de ser un producto de ingestión rápida con una historia que, sin conocer la original, podría enganchar y, hasta sorprender en algunos de sus giros, pero… se le echan en falta muchísimas cosas, muchísimas sorpresas y se desentiende uno, rápidamente de lo que transmitía la idea original, esa diferenciación entre sueño y realidad y que, apenas queda patente en una escena bastante abrumadora y que hasta puede confundir a alguno. Farrell, Beckinsale (musa de su marido), Biel, Cranston y Nighy están correctos en lo que les corresponde, no se les exige mucho más y su participación en este espectáculo, no dista de casi todo lo que estamos acostumbrados a ver en el género hoy en día. Quizá una cinta así, estrenada hace unos 20 años, supondría, cuanto menos, toda una auténtica revolución, pero claro, no estaban los efectos especiales tan desarrollados como ahora (cosa lógica).
La realización parece estar más pendiente de causar espectáculo que de desarrollar una historia que, de haberse llevado de otra forma, supondría una buena visión de la obra de K. Dick. No obstante, se alaba en cierta forma, la intentona de Wiseman, alejado de vampiros y que al menos deja claro que el cine de acción puede contar con él, bien sea para cuartas partes (La Jungla 4.0 (2007)) como para “remakes”, pero no se si dará para mucho más.