Negar que esta cinta estaba entre las más esperadas del año (2008), es quizá negar lo evidente. La cultura de los años ochenta (y quizá una gran parte de los espectadores más maduros) ha mantenido en su imaginación al personaje de Indiana Jones a través de sus tres aventuras (para bien o para mal).
Para, de alguna forma, modernizar este clásico y poder dar a futuras generaciones la misma oportunidad que muchos tuvieron de asistir a un cine ade aventuras cien por cien, el tándem Lucas-Spielberg-Ford, retorna a la gran pantalla para ofrecernos una nueva dosis de entretenimiento fácil y de agradables proporciones. Pero algo se aleja de toda esta sarta de frases nostálgicas y bienintencionadas. Se aleja porque en esta nueva entrega poco queda de aquel héroe. Cierto es que también hay que verla con los ojos de un espectador renovado, no con los de un ochentero sediento de calmar su sed de Indy. No es una cinta hecha para nostálgicos, por mucho que Spielberg nos lo haya querido vender así.
Indiana Jones está renovado, sí es cierto, un lavado de cara que no parece haberle sentado bien y que no parece ser el mismo que Lucas tenía en mente hace unos cuantos años. No harto de haber desbaratado otra de las sagas más interesantes del cine (la de La Guerra de las Galaxias), el productor y director deja patente sus intenciones de amasar más fortuna y junto a un Spielberg poco correcto, nos regala una cinta irregular llena de irrisorias situaciones y con personajes pateados en su totalidad (incluido Indiana). Disculpad pero esto no es Indiana Jones.
Partiendo de la base de que se intenta renovar al personaje, en ningún momento somos conscientes de estar viendo al héroe buscador del Arca Perdida, huir de los sectarios malditos o correr escapando de los nazis. Y es que esta nueva entrega carece de muchas cosas que la convierten en una aventura imperfecta (¿tantos guiones desechados para esto?). No hay malos definidos, las intenciones no son concretadas y para colmo los actores parece están un poco perdidos en toda esta parafernalia espectacular.
Y es que sin ánimo de querer anclarse uno en el pasado, Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal pasa por ser una cinta llena de parches, remiendos y escasas opciones de pasar a convertirse en todo un clásico (salvo por su intento de renovar). Se ha tratado de modernizar un personaje de la forma más absurda posible y se le coloca en situaciones muy cómodas para, de alguna forma, justificarlas a través de elementos manidos y bastante pobres.
Aunque formalmente la cinta se ajuste a lo que dicta la industria, si es cierto que tras su arrasador paso por la taquilla mundial (cumpliendo con creces el único objetivo de uno de los instigadores de todo esto, George Lucas), podría dejar a Spielberg como uno de esos directores que definitivamente no debe continuar lo que dejó atrás, porque su nuevo paso por Indiana Jones no ha sido, digamos, acertado en toda su totalidad.
A pesar de todos sus defectos, no dejamos de estar ante un producto “made in Spielberg” por lo que el entretenimiento está mínimamente asegurado. La excesiva modernización de la historia puede descolocar a muchos, considerándola quizá fuera de la clásica mitología del personaje.