A pesar de que han pasado varios años desde que el lituano Gint Zilbalodis pudiera por fin hacer realidad su sueño, estamos ante una película realmente extraña dentro de la propia industria cinematográfica. Una cinta que más parece un proyecto demasiado personal (incluso podríamos decir un proyecto “fin de carrera”) que no parece encajar demasiado en el estándar de la animación.
Away es la historia de un niño que, tras un accidente aéreo despierta ante la inquietante mirada de un ente oscuro que lo persigue constantemente. Su viaje le lleva por parajes extraños, casi oníricos, pero su meta es llegar a su hogar. Por el camino, entabla “amistad” con un pequeño pájaro.
Sin duda hay dos cosas que llaman mucho la atención de esta película. Por un lado, su animación, y por otro lado lo sencillo de su historia. Y es aquí donde encontramos las dos bazas más interesantes de este producto. Away puede estar a medio camino entre lo minimalista y lo infantil, no hay duda de que es una película un tanto inocente, aunque esto no la perjudica en nada.
Dividida en 4 capítulos, cada uno de ellos se centra en un elemento para que el pequeño protagonista alcance su objetivo, llegar a su hogar y escapar de ese misterioso ser, oscuro, que no cesa de perseguirlo, como si fuera la misma muerte que trata de derrotarlo ante la incesante cantidad de obstáculos que se encuentra en su camino.
Su técnica, así como su puesta en escena y su “fotografía” la confieren un empaque realmente especial y espectacular con composiciones muy ricas. No se puede negar que Zilbalodis ha puesto mucho en ella y resulta incluso extraño que no haya vuelto a hacer nada desde entonces, y a día de hoy.
Away se hace bastante corta, aporta mucha simbología dentro de su historia, donde cada cosa tiene un significado. La ausencia de diálogos aporta calma y sosiego a, prácticamente, toda la cinta, y los momentos de tensión quedan a merced de su montaje y de su música (también obra del propio Zilbalodis).
Un ejercicio hermoso, sencillo, muy bien hecho, con una historia simple (demasiado quizá, aunque esto va en gustos), una técnica espectacular y que nos brinda un viaje que mezcla drama, aventuras y fantasía. La superación de cada etapa de la vida, a través de los ojos de un niño.
Zilbalodis se lo «guisó y se lo comió». Para el circuito de salas no resulta una propuesta realmente atractiva, al margen de su valor para una minoría. Pasó por muchos festivales, pero ahí se quedó.
No existe edición física, a día de hoy, de esta película. Tampoco es posible verla en ninguna plataforma en España. En cambio, fuera de nuestro país, fubotv, The Roku Channel, Tubi e incluso prime video, si la tienen en su catálogo. Es curioso, siendo una película que no tiene diálogos.