Segunda película de J.T. Mollner tras la casi desconocida Outlaws and Angels (Ángeles y forajidos) que le dio a conocer en 2016 y que no se llegó a estrenar en España (aunque se puede adquirir en formato físico). Moller desarrolló una carrera dentro del cortometraje que lo llevó hasta su primera cinta, hace ya ocho años.
Ahora nos llega su segundo trabajo, una película en donde la violencia también es protagonista. No hay concesiones para Mollner y la historia que quiere contar.
Pero Strange Darling para muchos podría ser una película tramposa. Es difícil comentarla o recomendarla sin desvelar partes de su trama, pero a grandes rasgos la película juega con el espectador (como lo hizo, por ejemplo, Tarantino en Pulp Fiction) a través de un montaje que divide la película en 6 episodios, cada uno de ellos contando una parte de la historia que, también, podría haberla contado el director de Reservoir Dogs.
Dos cosas que llaman especialmente la atención en esta cinta. La primera de todas es su imagen. Ya en el comienzo se advierte de que es una película rodada íntegramente en celuloide, para darnos una idea de que se ha intentado preservar al máximo esa textura cinematográfica y que además cualquier efecto especial es práctico, lo cual ya resulta toda una proeza a día de hoy, casi todo hecho a golpe de tecla. Es pues esa textura sucia, sobreexpuesta en ocasiones, la que le otorga a Strange Darling, un aspecto interesante, casi como película ochentera de bajo presupuesto.
El otro aspecto tiene como protagonista al actor Giovanni Ribisi, a quien hemos podido ver, en películas como Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998), 60 segundos (Dominic Sena, 2000) o las entregas de Avatar. Ribisi es la primera vez que ejerce como director de fotografía en una película. Su primera experiencia no le ha salido nada mal.
También hay que destacar la música que oímos a lo largo de la película. Prácticamente todas las canciones originales, que complementan un poco la trama y lo que sufren y padecen los personajes, están escritas por Elizabeth Berg (o Z Berg a nivel artístico). Si no somos muy duchos en inglés, es recomendable escucharlas con subtítulos.
En resumen, Strange Darling es una cinta interesante de ver, con una estética muy chula, una historia demasiado simple pero que logra salvarse con ciertas artimañas. Aún así, la cinta es muy disfrutable y una alternativa a día de hoy.