Mucho ha llovido desde que el mexicano Robert Rodriguez dirigiese El mariachi (1992), cinta de muy bajo presupuesto que fue un éxito en los Estados Unidos y que abrió a este cineasta, las puertas en Hollywood. Atrás queda su etapa más infantil, con la saga Spy Kids, o algunas de sus películas más laureadas, como Abierto hasta el amanecer (1996) o Sin City: Ciudad del pecado (2005), adaptación de la novela gráfica de Frank Miller, cuya secuela Una dama por la que matar (2014), apenas tuvo repercusión y promoción en España.
Ahora hereda un proyecto que hace más de 15 años empezó a desarrollar James Cameron. Su apretadísima agenda ha hecho que recaiga en Rodriguez, reservándose él mismo las labores de guión y producción.
Rodriguez se ha enfrentado a dos desafíos. Por un lado manejar el mayor presupuesto de su vida (alrededor de unos 170 millones de dólares). Un dinero que, sin duda, luce espectacularmente en la película. A nivel visual pocas pegas podemos ponerle. Tantos los efectos digitales como los prácticos son impresionantes, así como la ambientación y el diseño de producción. Todo está cuidadosamente detallado para crear un mundo, una época y un tiempo.
Por otro lado, Rodriguez se enfrentaba a un proyecto complejo, que requerirá (como ya dijo Cameron en su día), de al menos dos películas más. Y es que la historia de Alita: Ángel de combate resulta, a simple vista, bastante sencilla y que, a día de hoy, no sorprende demasiado.
Para dar vida a la protagonista, se ha escogido a Rosa Salazar, actriz que hemos visto en la saga El corredor del laberinto, y que aquí da vida a la joven Alita. Un personaje que evoluciona durante toda la película en busca de quien es. Este es, sin duda, el planteamiento de la cinta, la búsqueda de la identidad propia y el descubrimiento del mundo a través de los ojos (enormes y retocados digitalmente) del personaje de Alita.
Christoph Waltz, Jennifer Connelly, Ed Skrein o Mahershala Ali, rellenan un reparto en el que chirrían pocas cosas. Quizá la que más es la presencia de Keean Johnson, que da vida a un joven rebelde que sirve de unión entre Alita y el mundo real. Esa especie de historia romántica entre ellos, no termina de convencer y resulta forzada, previsible e incluso molesta en algunas partes.
Alita: Ángel de combate es una película hecha para entretener, no busca otra cosa y Rodriguez lo consigue, poniendo al servicio de la historia, una producción muy notable, unas escenas de acción potentes, y un reparto con cierto peso.