James Wan (Saw (2004)) nos relata un terror dividido en dos mundos. Insidious es una prueba más de que el terror es un género gastado, y que con los años, muy pocos han sabido renovarlo. Una cinta que basa más su éxito en impresionar que en otra cosa. La popularidad de James Wan como realizador le ha venido como anillo al dedo tras dejar su cruenta saga Saw, de la que responsabilizó sólo en una ocasión (de donde partió todo). El director de origen malayo intenta reinventar un subgénero como es el de las casas encantadas, hastiado de tantos refritos y remakes.
Planteada como una historia de terror y con algunos puntos a su favor, lo cierto es que tras ver Insidious uno se queda con cierto regusto a que todo lo visto ya lo tiene más que sabido. Y esto es un gran problema que aqueja al género de terror desde hace un tiempo. En Insidious no hay prácticamente sorpresas si conoces el mecanismo, es como andar un camino ya andado o como releer un libro una y otra vez.
Y, hasta cierto punto, uno termina algo molesto, porque Wan plantea al principio, una historia que pinta bien, que promete, que incluso despierta interés… Pero llega un momento en el que parece haber agotado su imaginería (el guionista también) y todo termina por un espectáculo en donde lo visual prima por encima de lo que realmente importa, la historia.
Parte de esta culpa la tiene su desarrollo, que no termina de encajar de forma correcta las piezas (incluso de forma sutil, si se me permite). A Insidious se la ven las cartas, se la ve venir y lo peor de todo es que nuestros temores tienen razón. Cogiendo pequeñas piezas de una u otra cinta de terror, Wan, congrega a muchos aficionados, a las salas de cine, donde intentar asustarles de la mejor forma posible.
Otro punto en contra, radica en sus protagonistas. Wilson y Byrne están bien, pero no llegan a crear ningún tipo de química, ningún tipo de complicidad para con el espectador. Hasta en ciertos momentos parece que lo que les sucede a sus hijos les da exactamente lo mismo. Una lástima, pues tenía en alta estima a ambos nombres.
Insidious desaprovecha (a pesar de que haya hecho taquilla) la opción de contarnos algo diferente a lo que han contado otros títulos similares. Incluso tratándose de una cinta sobre casas encantadas, podría haber metido elementos interesantes, como hizo, por ejemplo Peter Cornwell en Exorcismo en Connecticut (2009), donde manejando elementos conocidos, se permitía colocarle otros nuevos para crear interés, y lo conseguía.
Mención aparte, y quizá lo mejor, sea su aspecto visual. Insidious es una cinta con buenas formas. Wan hace uso de cámara en mano para retratar realismo y rueda prácticamente todo en interiores, para cotidianizar la historia y tratar de hacer al espectador más cercano a la película.