No es la primera vez que Annaud retrata la historia en una película (queramos o no, este incidente pasará a la historia). Pero también hay que ser consciente de que su cine, o al menos el de los últimos años, no destaca precisamente por muchas cosas y lo que fueron títulos como En busca del fuego (1981), El nombre de la rosa (1986) o El oso (1988), todos ellos muy laureados por crítica y público, aquí se torna más en una especie de producción “fast made”, si se permite este concepto.
A nivel de historia, la película no descubre nada nuevo que no sepamos sobre aquel desagradable incidente. Si uno ha estado más o menos informado sobre lo que sucedió, no va a encontrar en Arde Notre Dame, ninguna novedad. La película es, sencillamente, una reconstrucción de los hechos. Annaud evita postularse y simplemente narra lo sucedido, mostrando al espectador la forma en la que se afrontó la tragedia.
Lo cierto es que tampoco resulta necesario ponerse de un lado o de otro (tampoco es que los haya) y la película en este aspecto, podría resultar hasta innecesaria. Pero todo lo que la rodea a nivel de producción y narrativa, sí que está bastante bien.
Desde luego si Arde Notre Dame pretende conmover o despertar en el espectador algún tipo de emoción o sentimiento, la película no lo consigue. No encontramos momentos de tensión, no encontramos emocionarnos, la película no termina de llegar a nuestros corazones y tenemos la misma sensación que cuando vemos una cinta americana sobre catástrofes, a pesar de que la que estamos viendo está basada en hecho reales.
Arde Notre Dame al menos cumple su función de entretenimiento. Si Annaud buscaba contar lo sucedido a modo de película plana, sí lo ha conseguido. Tampoco es que la historia diera para mucho más, sobre todo si se pretende ser bastante fiel a los hechos.
Cinta sencilla, que peca de ser muy llana, con escaso interés si lo que narra, a priori no nos interesa. Una pena porque su más que notable cartel promocional, albergaba ciertas esperanzas. Pero está claro que cuando lo que está en juego no son vidas humanas, la cosa cambia bastante, aunque se trate de un monumento histórico de importante calado.
La película resulta, a grandes rasgos, entretenida, no pasa de ahí. Interpretaciones correctas, buena fotografía (mezcla imágenes reales en el metraje) y poco más que añadir a una cinta de un director que, un día, estuvo entre lo más notable del panorama europeo.