Es casi tan habitual cada año como las vacaciones de verano, la Navidad o el 4 de Julio. Woody Allen no suele fallar con su película al año y con Café Society, nos introduce en el Hollywood de los años 30, una época en la que el cineasta se mueve con soltura y mucha gracia.Y no es para menos, Café Society recupera, en cierto modo, al Allen de hace algunos años (aunque suene a tópico).
Tengo que confesar que la elección de Jesse Eisenberg como protagonista de Café Society, no era precisamente un motivo para verla. Su anterior colaboración en la flojisima Desde Roma con Amor (Woody Allen, 2012) no alentaba nada bueno. Eisenberg, sin embargo cambia completamente el chip (quizá le vayan más los papeles de época) y nos deja un personaje que, aunque no muy bien definido, si conserva buenos aspectos de aquella ingenuidad de los que buscaban el éxito en la industria de Hollywood.
Todo eran promesas, grandes estrellas, grandes producciones, fiestas con mucho glamour. Steve Carell (como siempre, efectivo) resume a ese productor encargado de todo pero sin control sobre su vida, y a quien el exceso y la fama lo han catapultado hasta las cloacas del ser humano. Eso sí, sin perder nunca ese humor tan Woody Allen que caracteriza a sus personajes.
Y cierra el triángulo, la protagonista de la saga Crepúsculo, Kristen Stewart, cuya carrera fulgurante, sigue su camino y que aquí representa la fragilidad, la dulzura y la delicadeza de la juventud de aquella época. Una época en la que era fácil enamorarse, en la que era fácil conquistar a una mujer y en la que era difícil olvidarla cuando tocaba.
Café Society es una época, es una clase social, es una película deliciosa, muy sencilla y con efectividad. Allen nos traslada a momentos inolvidables, acompañados de una espléndida fotografía, en donde los tonos cálidos, amarillos representan esa costa oeste americana que abrazaba a cualquiera. Mientras, los tonos más fríos, más realistas, se llevan al Nueva York del protagonista.
El contraste entre ambas (también muy bien definido por la fotografía) es lo que atrapa de Café Society, que a pesar de parecer un panfleto de sobremesa, en el fondo esconde una hermosa historia de amores, desengaños y mentiras, mucho de lo que Hollywood da.
Una vez más, el cineasta acierta y a pesar de sus años sigue manteniendo intacto su talento, su maestría al rodar y sobre todo su capacidad para construir personajes entrañables y con matices.
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