Viggo Mortensen es un claro ejemplo de intérprete/actor, absolutamente íntegro. Su dilatada carrera dentro de la industria de Hollywood le ha permitido siempre escoger roles muy interesantes e intensos, y en muchas ocasiones, alejados de las grandes superproducciones. Es precisamente Mortensen el principal eje y virtud de Captain Fantastic (Matt Ross, 2016), ya que su presencia en cualquier escena sin duda llena por completo la pantalla.
Captain Fantastic, inspirada en algunos pasajes de la niñez/juventud del propio Ross (salvando las distancias) nos trae una fabulosa historia que mezcla ternura con dureza, una cinta de contrastes, que sin embargo consigue sacarnos alguna pequeña sonrisa de forma puntual.
Como he empezado hablando, Mortensen es posiblemente el alma de esta obra. Construye un personaje, el padre de la familia numerosa, absolutamente ciego en lo que cree, en lo que está construyendo. Es un auténtico ejemplo de integridad humana.
Además basa toda esa integridad en su capacidad para controlarse tanto él como controlar a sus hijos. Capaz de tumbar cualquier intento de contradecirle sobre la forma en la que educa a sus retoños, que a pesar de no contar con una madre, resulta inevitable no sentir cierta empatía con ellos.
Captain Fantastic peque quizá de ser un alegato de escaso precio a favor de la vida libre, la “nature culture” en donde, con una base radical sobre la idea de sociedad capitalista, rehusa su uso, crítica a los poderosos y defiende la capacidad del ser humano de poder sobrevivir simplemente con lo imprescindible. La auténtica esencia de la película es esa.
Ross, autor igualmente del guión, nos va reencontrando poco a poco con cada uno de los personajes, con cada una de sus cabezas. Y es también aquí, donde la “troupé” de niños conforman el segundo bloque esencial de Captain Fantastic. Su interpretación está prácticamente a la altura de la de grandes nombres. Que nadie vaya reticente a verla por este aspecto. Son, seguramente, el seguro para las escenas más hilarantes.
Técnicamente, Captain Fantastic, también tiene ese halo especial. Rodada con sencillez y cuidado, cuenta además con una música muy sutil, casi etérea (de Alex Somer, compañero ocasional del músico islandés Jónsi), en donde se reflejan más las ideas y pensamientos, que lo que vemos en pantalla.
A pesar de su larga duración, Captain Fantastic no se hace especialmente densa. Avanza con cierta agilidad, sin perder, nunca, su horizonte, su mensaje (… bueno quizá en una resolución tan descafeinada como políticamente correcta).
Tanto Mortensen como el resto del reparto construyen una auténtica familia. Es también esa idea la que Captain Fantastic quizá quiera transmitir.
Una interesante crítica social, rodada con buen gusto, que aunque a veces peca de querer ser demasiado reflexiva, a grandes rasgos deja un buen poso. Se permite el lujo de reirse y hasta nos hace reir, a pesar de la seriedad de la propuesta. Ross ha sido todo un descubrimiento para los que apenas habíamos oido nombrarlo en Hollywood. Con esta cinta, desde luego ha demostrado saber tocar bien las fibras del público, elaboración una película tan divertida como delicada y tan dulce como dura.