Alex Garland (Londres, 1970) no suele dejar indiferente a nadie que ve sus películas, sobre todo aquellas en las que se pone detrás de las cámaras. Sus anteriores trabajos eran puro cine ‘sci-fi’ y con el drama Men (2022) parece que se salió un poco del tren, dejando una opinión muy dispar. Era una cinta sumamente compleja y, aunque tenía cosas interesantes, su desenlace para muchos, no era más que una enorme “fumada” del propio realizador. Con Civil War (2024) apuesta por una visión más terrenal, muy realista e incluso próxima a un futuro (tal y como están las cosas).
Civil War es, ante todo, un enorme viaje. Ya no sólo por carretera, cruzando una parte de los Estados Unidos, sino un viaje para cada uno de sus personajes, todos ellos representados por unos actores muy sólidos. Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaney y el veterano Stephen McKinley Henderson van recorriendo pueblos, carreteras y estados, observando desde su todoterreno blanco y amparados en el derecho de la información, como la América próspera, esa tierra de libertades, se va desmoronando poco a poco, llegando a crueles límites.
Hasta aquí, el viaje que nos plantea Civil War resulta muy interesante y atractivo. Seguir a varios reporteros gráficos (la película también podría ser un pequeño homenaje a esta arriesgada profesión) mientras poco a poco se van tejiendo las relaciones entre ellos, es una propuesta que pinta muy bien. En el grupo tenemos veteranía, insensibilidad y ganas de comerse el mundo.
Pero posiblemente donde Civil War pinche es en su guion, más que en el propio guion, que está bien llevado en general, en ciertos aspectos o detalles que merman mucho lo impactante de la propuesta. Situaciones tensas que, de repente se resuelven como por arte de magia, o unos Estados Unidos que para nada parecen la enorme potencia armamentística mundial, son algunos detalles que ensombrecen este potente ejercicio.
Garland también apuesta por lo obvio. ¿Qué sería de una película sobre una guerra sin escenas bélicas? Y que quede claro que Civil War no es una cinta de acción, no es un Black Hawk Derribado en territorio de barras y estrellas. No le interesa ese punto de vista, puesto que ya lo conocemos, le interesa más cómo los que lo viven, se transforman. Y toda esta transformación se ve sobre todo en el personaje de Cailee Spaney, cuya evolución, sin ser creíble totalmente, es lo que más llama la atención.
La película prácticamente destila tensión casi constantemente. Los momentos de calma se los reserva para darnos detalles de los personajes, pero cuando su vehículo se pone en movimiento, la tensión se respira en el ambiente. Es precisamente esa tensión la que le ayuda a que no se convierta en una cinta pesada. Mención especial al más que notable uso del sonido, es sencillamente espectacular.
Si que agradecemos que Garland haya apostado más por la historia que por la estética. Aunque es muy esteta en ocasiones, parecía que esto lo desviaba de la historia, con imágenes potentes pero un contenido poco atractivo. Aquí, aunque también tiene su carga en este aspecto, se ha tomado la molestia de darnos una imagen sublime, impactante cuando tiene que serlo.
Todo resulta bastante creíble en Civil War. Garland sabe poner la cámara donde tiene que estar, evita grandes planos de ciudades devastadas y sabe retratar la miseria tanto de los que matan, como de los que retratan esa muerte.