Marcus Nispel ya conoce de sobra lo que es hacer nuevas versiones de títulos ya estrenados. Conan el bárbaro habría sido una buena oportunidad para relanzar un personaje mítico, lástima que su principal problema resida en los actores, cuyo carisma es inexistente.
Elaborar una historia nueva desde su origen y que te salga muy bien, tiene muchísimo mérito, sobre todo cuando todos alaban tu trabajo como creativo. Has partido desde cero y has creado algo original. Pero cuando se tiene un material creado, con cierto renombre, y se intenta reinventar con nefastos resultados, la cosa puede dejar huella en tu carrera. Marcus Nispel había pasado esa pequeña criba como especialista en “remakes” pero su escasa originalidad le ha llevado a lo más oscuro.
El germano Marcus Nispel puede atesorar la filmografía más plagada de “remakes” que existen. De hecho todos sus largometrajes estrenados en salas comerciales son versiones de otras obras ya estrenadas. Desde la estupenda (aunque muy ligera) La matanza de Texas (2004) hasta la reciente versión de Viernes 13 (2009). Títulos que, en mayor o menor medida han pasado a la cultura popular cinematográfica y hasta se les ha considerado clásicos. Es por eso que su afán de intentar superar lo ya de por si bueno, le hace recaer en tópicos y en malas producciones.
Conan el bárbaro, basada en el conocido personaje de Robert E. Howard, habría sido un buen punto de partida para que el director se deshiciera de una vez de esa etiqueta y permitiese crear un “reborn” del personaje con bastante acierto, puesto que material hay, y a patadas. Pero lo que se dice intenciones no parece que haya habido en la gestación de Conan el bárbaro, que ya de por si fue un poco tormentosa hasta la elección de su protagonista, un insípido musculoso llamado Jason Momoa, cuyo affair con la cámara se ha reducido a productos para la televisión.
Ni siquiera los que acompañan a este actor están a una altura más o menos aceptable. Tan solo podremos salvar a Stephen Lang (Avatar (2009)) cuyo personaje, aunque fácil y lleno de cierta sobreactuación, consigue ponernos en vereda cuando las cosas se tuercen y parece que estamos ante un telefilme de alto presupuesto que ante una película o superproducción.
Y es que el principal defecto de este montaje reside en su elenco interpretativo, muy plano y escaso en cuanto a recursos interpretativos. Da la sensación de que se han dedicado única y exclusivamente a coger espadas y a dar mamporros a diestro y siniestro, sin ningún atisbo de crear complicidad con el espectador, algo que en una cinta de aventuras (sea más o menos dura) es casi esencial. No le pedimos ni a Nispel, ni a sus colaboradores, una profundidad digna de una cinta de arte y ensayo, pero si al menos esa característica.
Pues mucho me temo que sí, que Conan el bárbaro no es ni la sombra de Schwarzenegger ni de Milius (seguramente esa no era la intención), pero partir de una historia entretenida, obviando una de las más importantes, el hecho de su destino como rey de Aquilonia (aunque quizá esto se guarde para posibles secuelas)… En Conan el bárbaro, nos arrastran hasta una historia absolutamente ajena y que bien podría haber protagonizado otro guerrero de distinto nombre, pero ya se sabe cómo hay que vender las cosas.
Flojísima cinta de aventuras que podría haber dado mucho más de si. Conan, con otros actores tal vez podría haberse lanzado de nuevo de forma triunfal, pero de esta forma no se ha conseguido absolutamente nada. Una lástima ya que la cinta no escatima en medios.