Los buenos resultados en taquilla propician que la Fox apueste por una continuación de la cinta de McTiernan aunque, por razones obvias, se trata de una historia totalmente aislada y distinta a la que se cuenta en la película de 1987. En esta ocasión se aprovechan ciertas partes de la fórmula que se utilizó en la primera, gracias a que en el guion vuelven a estar en manos de los hermanos Thomas.
Cuentan que fue el dinero lo que hizo que McTiernan no se decidiese a dirigir la película, al igual que el hecho de que Schwarzenegger no quisiera participar en ella (aunque hay menciones a su personaje). La dirección recae en Stephen Hopkins, que venía de dirigir otra secuela, la quinta de la saga Pesadilla en Elm Street. Hopkins cumple con lo que se pide (no olvidemos que prácticamente Depredador 2 es una película de encargo). Una dirección solvente y que en ningún momento resulta aburrida o lenta.
Pero el principal cambio que vemos en esta película es su tono. Mientras Depredador era una cinta puramente de acción, un verdadero ejemplo de ‘survival movie’, aquí los hermanos Thomas optan por un guion más centrado en el thriller que en la propia acción. Y hay escenas de acción, bastante bien para la época en la que estamos, pero es una película con menos ‘actioners’ y eso se nota en el reparto.
Aquí no tenemos mucha testosterona, porque la historia no lo requiere. Tenemos a Danny Glover que venía de hacer otra secuela, Arma letal 2 (Richard Donner, 1989) y que resultaba interesante ver cómo se movería sin un compañero de peso como Mel Gibson. Realmente es una película en la que vemos a Glover como protagonista, algo poco habitual en su carrera. A pesar de que no sea un actor muy destacable, aquí cumple con el perfil y funciona como policía duro y obcecado.
El resto de secundarios que pueblan la película también son bastante… míticos. Desde un joven Bill Paxton, que ya había interpretado a un personaje similar, mezcla de acción y comedia; a Gary Busey (de nuevo un actor salido de la saga Arma letal y recién recuperado de un durísimo accidente de moto), a la cubana Maria Conchita Alonso (que había trabajado con Schwarzenegger en la adaptación de Stephen King Perseguido); y al cantante panameño Rubén Blades, dando vida al carismático Danny Archuleta.
Otro elemento que llama la atención es la mezcla con el vudú y la brujería, algo que en la primera película lo insinuaba el personaje de Elpidia Carrillo, esa creencia a que lo desconocido viene del más allá o que se trata de una especie de diablo. Y es que en Depredador 2 hay unos cuantos guiños (muy sutiles) a la primera película y eso siempre es de agradecer.
Aunque la película no supera a su original, hay que decir que Depredador 2 resulta igualmente entretenida, bien rodada, con actores bastante competentes, pero quizá el guion no termine de ser redondo si lo que estamos contando es una película policíaca. En ocasiones algunos pasajes parecen más una parodia que otra cosa. Aún así la película se sigue tomando en serio.
Los efectos especiales vuelven a ser notables. Si bien es cierto que ha envejecido algo peor que la primera parte, sigue conservando un buen look, con esa ciudad futurista (el metro, las calles, el caos, las armas… pero los vehículos no) en donde todo se vuelve espectáculo para la gente (ese retrato de los medios (intentando emular a Paul Verhoeven)).
A pesar de la ausencia de estrellas como Schwarzenegger o Weathers, y de no contar con la dirección de McTiernan, es igualmente disfrutable y supone una continuación bastante fresca e interesante. Lo fácil, seguramente, habría sido repetir fórmula y quizá por eso no supo encajar bien en el público. Glover no tiene el mismo tirón que Schwarzenegger, pero resulta también competente.
El holgado presupuesto de Depredador 2 (duplicaba al de la primera) permitía rodar escenas de acción muy trepidantes como la que abre la película o la espectacular secuencia del metro. Pero la gente esperaba ver de nuevo a tipos duros contra el ‘predator’. La recaudación fue inferior que la cinta de McTiernan por lo que la Fox decidió no seguir desarrollando secuelas y prefieron empezarse a centrar en los ‘crossover’.
1990 fue el año del cine gángsters, títulos como Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990) o El padrino: Parte III (Francis Ford Coppola, 1990) estuvieron en los primeros puestos de las listas. No hay que olvidar que fue el año de éxitos como Pretty Woman (Garry Marshall, 1990), Solo en casa (Chris Columbus, 1990), Desafío total (Paul Verhoeven, 1990), Ghost (Jerry Zucker, 1990) o Bailando con lobos (Kevin Costner, 1990).
