Que en Australia hay bastantes arañas, es algo que todo el mundo tiene claro. No es un sitio para recomendar a alguien que tenga aracnofobia. Se calcula que hay más de 1800 especies de arañas en el país, algunas incluso sólo habitan allí ¿cómo no va a aprovechar el cine esto y hacer una película de arañas? Además, ¿qué pasa si lo mezclamos con un poco de ciencia ficción? Aunque el resultado no sea la película definitiva sobre arácnidos, si que es una cinta entretenida y, por supuesto, no apta para gente con fobia a estos animales.
Sting. Araña asesina (Kiah Roache-Turner, 2024) es una pequeña producción australiana que trata de sacarle partido a esta especie además de mezclarlo con algunos pequeños detalles de ciencia ficción y, sí por supuesto, de terror y suspense. Todo ello ambientado prácticamente en un único escenario, un bloque de viviendas.

Heredero del cine más cafre y que demostró en la saga Wyrmwood, donde mezclaba el cine post-apocalíptico tipo Mad Max con las películas de zombis, todo ello con una estética de serie B, Roache-Turner regresa con esta película bastante más sencilla y que además se preocupa por trazar unos personajes con algo de trasfondo.
Es quizá lo que llama algo la atención de ella, su intención por elaborar personajes que tengan algo que contar, al margen de lo que sucede con las arañas. La historia gira en torno a Charlotte (un nombre que hace referencia al libro de E.B. White adaptada al cine hace unos años) y es precisamente sobre este personaje donde la película incide más. Sting. Araña asesina toca temas con algo más de enjundia, o eso trata, como puede ser un drama adolescente, pero todo queda eclipsado cuando aparecen en escena las arañas.

Su protagonista, ávida lectora de cómics (su padrastro es dibujante y trata de limar asperezas a través de ellos) nos va guiando a lo largo de esta historia que va poco a poco creciendo, con algunas escenas interesantes pero que, en la actualidad ya prácticamente no sorprenden demasiado.
La apuesta del director (y también guionista) de añadirle un toque de ciencia ficción tampoco termina de encajar y prácticamente es un detalle que se olvida a los pocos minutos. Una pena porque podría haber dado más juego.
Sting. Araña asesina es una película que entretiene, es algo irregular y aunque intenta tocar otras cosas aparte de los bichos en cuestión, no termina por definir y todo queda bastante difuso, salvo la parte más básica.