Universal se queda sin más obras originales de Ludlum en lo que a Bourne se refiere. El escritor, que falleció en el 2001, dejó escritas tres novelas sobre este personaje. Matt Damon se ha encargado de ponerle rostro en pantalla de una forma bastante correcta, convirtiéndose ya en un icono del thriller de acción de principios de los 2000. Agotada ya esta rama, toca renovar si se quiere mantener la mina.
A pesar de la pérdida de Ludlum, en cuanto a su obra se le permitió al escritor Eric Van Lustbader, continuar con el personaje. En una serie de novelas (once para ser más exactos) continuó desarrollando el mundo de Treadstone, Blackbriar y la CIA, aportando más información tanto propia como del propio Ludlum, que había dejado tras su fallecimiento, con la idea de seguir publicando más libros.
La primera de ellas corresponde a ésta, aunque no es precisamente una adaptación literal de la obra de Lustbader. El guionista y director Tony Gilroy, que se había encargado de los guiones de la trilogía original, se las ingenia para darnos una historia que continúa e incluso se desarrolla paralelamente al final de El ultimátum de Bourne (Paul Greengrass, 2007).
Tenemos, por tanto, una historia prácticamente original, con un personaje que recuerda mucho a Bourne, como es lógico y cuyas carencias las suple con otra serie de elementos más propios del thriller que de las películas de acción. De hecho, la película no termina nunca de olvidarse de dónde viene. Jeremy Renner no es Matt Damon, y tampoco pretende serlo, pero su papel aquí no resulta excesivamente inferior. Renner es un actor solvente, incluso con cierta presencia.
La película aporta más al mundo de Bourne, aporta más trasfondo, da pequeñas pinceladas acerca del mundo de la industria farmacéutica, sobre su poder y su conexión con los gobiernos. Aunque la historia resulte, en ocasiones, demasiado planificada y poco creíble, El legado de Bourne mantiene el entretenimiento que tenían las anteriores, no hay duda.
Podemos tomarla, fácilmente, como un ‘spin-off’ de las cintas de Liman-Greengrass, y aun así se mantiene como producto aislado. Un reparto bastante correcto, genera interés, tiene un ritmo adecuado, a pesar de que le cuesta un poco arrancar y meterse en faena, pero tampoco podemos exigirle mucho más a una cinta que, principalmente busca lo que busca y lo consigue.
En cuanto a las escenas de acción, no tienen nada que envidiar a las que vimos en las anteriores cintas. Gilroy no es Greengrass, y el estilo aquí, aunque en ciertos momentos pretende ser heredero, no es, evidentemente el mismo. Gilroy siempre se toma su tiempo con los personajes, pero no rueda mal la acción.
El legado de Bourne, sin llegar a estar a la alturas de las últimas entregas, es una película que se deja ver, aporta más al “bourneverse”, y con eso es suficiente.
