El cine de terror tiene sus seguidores. Mejor o peor considerado, es un género que cada año se resiste a quedarse en el olvido, a pasar a ser un género menor, porque básicamente son pocas las cintas de terror realmente sorprendentes cada año. Hollywood y su industria lo saben, pero aún con eso, sigue atrayendo al público y es necesario renovarlo con alguna que otra historia algo nueva.
Partimos de la base de que la cinta, lo que se dice terror, terror, no es precisamente un modelo a seguir. Su principal baza, es la utilización de una música ambiental (de Joseph Bishara, compositor habitual de James Wan), y de algún que otro sobresalto, más premeditado que otra cosa. No hay un terror sugerente ni nada, es una cinta demasiado evidente para lo que nos quiere vender.
Si su punto de originalidad podría recaer en el drama de una madre y la pérdida de su hijo, utilizar ese drama, ese «agujero negro» para mostrarnos de qué es capaz nuestra mente, que tampoco sería mala idea, el resultado no termina de cuajar, ya que el guión deja a un lado este conflicto para centrarse únicamente en tratar de dar miedo al personal. Ni siquiera la utilización de algunos aspectos de la cultura india logran dar ese toque de originalidad que se le exige.
En general, el aspecto de El otro lado de la puerta no es precisamente una buena producción, casi roza el telefilme de sobremesa, con un reparto insípido, en papeles muy superficiales y con una poco o nula demanda de Roberts, de conseguir escenas realmente creíbles y que den miedo. Todo se resume en efectos ya conocidos y resabidos, como resultado, la cinta en ocasiones resulta hasta tediosa.
Y es que el ritmo de El otro lado de la puerta, lastra algunos momentos. Se detiene en cosas innecesarias, en repeticiones de trucos, sin embargo no para en más detalles sobre el drama de la madre. Y es que está claro que no es más que una excusa para contarnos la historia que quiere contarnos.
El otro lado de la puerta no tiene suficientes elementos nuevos como para darle una oportunidad. La cinta se esfuerza, pero sigue viviendo (como casi todo el cine de terror que se estrena) de las rentas, del susto fácil y de un reparto con escaso carisma.