Han pasado cuatro años desde la última película del director francés Jean-François Richet, concretamente desde el estreno de El emperador de París (2019), película que relataba parte de la historia de Vidocq (aunque no tenía nada que ver con la cinta de Pitof del 2001). Richet parece que ha estado “desaparecido” durante unos cuantos años y resurge con una cinta de acción sumamente convencional.
A Richet lo conocimos hace tiempo por su revisión de Asalto a la comisaría del distrito 13 (la original era de John Carpenter), que en España se tituló igual, pero quitando la palabra “comisaría” (en un alarde de originalidad). Un filme de acción convencional que contaba con Ethan Hawke y Laurence Fishburne como principales bazas. Aquello pasó bastante desapercibido salvo por los acérrimos de Carpenter, que tacharon el ‘remake’ de malo e innecesario (como casi todos los que se hacen hoy en día).
Sus dos películas sobre el gangster francés Jacques Mesrine (basado en su libro) sin duda parece que han sido lo mejor de su trayectoria, a tenor de las críticas recibidas. Pero a pesar de lo irregular de sus proyectos, Richet al menos siempre tiende a contar con un buen protagonista en sus películas, Mel Gibson, Vincent Cassel o François Cluzet por poner algunos ejemplos. Aquí coincide con la estrella de acción Gerard Butler y con Mike Colter, protagonista de la serie Luke Cage. Ambos están correctos, pero tampoco destacan por algo, en general El piloto es un producto de acción que cumple con los mínimos (no con lo mínimo) de una cinta de su categoría.
Escenas solventes sin demasiada pirotécnica o artificio, un reparto sólido, y un guion plano y hecho a medida son los ingredientes que se le exigen a una cinta que no resulta especialmente interesante en su conjunto, salvo que ni se tome en serio y que no se trate de buscar algo más profundo en ella.
No es raro ver al británico en este tipo de propuestas, aunque a veces le resulten mucho más interesantes (Desaparecida sin rastro (Brian Goodman, 2022)) y otras, den la sensación de que son para engrosar su filmografía y nada más (Un buen partido (Gabriele Muccino, 2012)). Siempre es un actor que resulta solvente, por lo que en lo que a él respecta no podemos decir mucho más.
El piloto es una película que roza el cine de sobremesa, con una propuesta, a priori, interesante para desarrollar una película de acción potente, pero que se diluye en un guion excesivamente simple. Quizá con algo más de presupuesto habría resultado un producto más digno.