Algunos elementos que tiene El reino animal (Thomas Cailley, 2023) podrían aplicarse fácilmente a la sociedad actual, totalmente polarizada y que cada vez mira más por el bien individual y menos por el común y que prefiere aislar a quien no es igual. Muy bonita la sociedad que nos está quedando.
La segunda película del realizador francés, tras debutar en el 2015 con Les Combattants y pasar varios años por televisión, nos lleva a un mundo distópico a través de una dramática historia que no sólo ahonda en temas que emparentan con el racismo, sino a través de la mirada de un padre y un hijo, de cómo es su relación, y del paso por la adolescencia. El reino animal nos cuenta cómo la sociedad trata a los diferentes y del miedo que supone para el resto el enfrentarse a lo que no conocen.

Con una factura visual muy interesante en donde los elementos como la naturaleza o el amor se mezclan a partes iguales, el relato desgraciadamente adolece de una extensa duración, que en ocasiones se ve acrecentada por pequeñas subtramas que finalmente no aportan nada interesante tanto al desarrollo de la historia como a su desenlace, un tanto previsible, todo sea dicho. También la película se vuelve redundante en algunos momentos. Pero estas pequeñas sombras en ella para nada desvirtúan las cosas buenas que tiene El reino animal.
Sobre su reparto, tenemos sobre todo dos nombres, Romain Duris y Paul Kircher. Como sucede en este tipo de repartos, la veteranía y la inexperiencia son puntos de peso. Duris, a quien hemos visto en las dos producciones francesas sobre Los tres mosqueteros como Aramis o en la cinta La bruma (Daniel Roby, 2018), aporta una figura paterna sólida, luchadora, tremendamente comprometido y que, a pesar de su lucha interna sobre lo que siente por su mujer y en lo que se convierte, se mantiene muy bien durante toda la historia.
Su hijo, interpretado por el retoño de los actores Jérôme Kircher e Irene Jacob, es quizá el papel de más peso en toda la película y por la que prácticamente pasa todo. Ya no sólo enfrentarse a la sociedad y ver cómo trata a su madre, sino por la visión de lo que le espera como miembro de ella. Ver cómo se degrada y como pretende ignorar lo que pasa en vez de trata de poner solución o amoldarse.

A nivel técnico y a modo de conclusión, hay que decir que El reino animal es una cinta bastante bien hecha, con unos buenos efectos especiales y un buen maquillaje, ambos, elementos muy necesarios para que nos podamos tomar en serio la historia.
Alejada del cine convencional, aunque fácilmente “versionable” por la industria de Hollywood, El reino animal es una película interesante, excesivamente (e innecesariamente) larga con una historia muy atractiva y con unos personajes con los que resulta muy fácil identificarse.