Parece que vuelve la moda de cerrar sagas en dos entregas, como pasó con las de Los juegos del hambre o Harry Potter, una práctica innecesaria la mayoría de ocasiones, aunque obvia cuando se trata de estirar el chicle y hacer taquilla. En este caso le toca el turno a uno de los buques insignia de Universal, la saga A todo gas o rebautizada hace años como Fast & Furious (por eso de ahorrarse en cartelería).
Dirige en esta ocasión (y la próxima, que será dentro de un par de años) Louis Leterrier, francés afincado en Estados Unidos con capacidad suficiente para el cine de acción. Inició la saga The Transporter (2002), por poner un ejemplo. También hay otra novedad en cuanto al elenco técnico. Chris Morgan deja el guion tras haberse ocupado de seis entregas, además del ‘spin-off’ Fast & Furious: Hobbs and Shaw (David Leitch, 2019). En esta nueva película, tenemos al director Justin Lin entre los tres guionistas.
Hay que destacar que esta décima entrega entronca directamente con la quinta, quizá la que tenía que haber sido penúltima de toda la saga. Igualmente, la película puede verse si haber visto esa, ya que la historia, aunque hace referencia en cuanto a personaje, por lo demás no va a suponer un obstáculo.
Y es precisamente a este punto dónde interesa llegar. Si bien esta saga ha ido en detrimento de lo que fueron sus inicios, ya en las últimas entregas, este poco interés por explorar cosas nuevas o por darle algo más a la historia, es lo que se ve desde fuera. No son cintas a las que debamos exigir demasiado, ya que son historias demasiado sencillas, con interpretaciones poco exigentes y que, además, reiteran demasiadas cosas. De nuevo, y como sucedía en las anteriores, el concepto de familia, de unión, de núcleo… es el eje de la historia, la familia está siempre para ayudar, para echarse una mano… el concepto es manido a más no poder, pero es que esta saga tampoco se ha molestado en cambiar el chip.
Sí, Fast & Furious X es cine de evasión, de disfrute y de entrar en su particular universo, donde las leyes de la física no sirven. A nivel técnico poco nos va a sorprender, pero en esta entrega (ya pasaba un poco en la anterior aunque aquí se nota más) el excesivo y abusivo uso del CGI la convierten prácticamente en una cinta “Marvel con coches” (y además sale Brie Larson). Tratar de rascar algo más en ella, sencilla es desconocer el tipo de producto que tenemos delante.
No hay lugar para el drama, o bien para alguna escena nueva. Todo está ya visto, trillado y más que sabido en este tipo de productos. Pocas sorpresas en una décima entrega (aún quedan dos más) donde Diesel vuelve a ser el protagonista absoluto con su presencia, aunque aquí tiene competencia con el ‘robaescenas’ de Jason Momoa, un villano pasadísimo, histriónico y que hasta se permite el lujo de reírse de la propia saga. Si hay que mencionar a alguien de todo el reparto que, quizá, merezca algo la pena, no hay duda John Cena.