Matthew Vaughn propone con Kick-Ass – Listo para machacar, un entretenimiento cafre y, aunque no lo parezca, dosificado con lo que trae. Un frenético ritmo para una cinta que, aunque no es perfecta, al menos si cumple su objetivo.
Antes de que Vaughn se pusieran a las riendas de los verdaderos superhéroes (X-Men: Primera generación (2012)), tantea el explotado género de los super hombres con la adaptación (más o menos coherente) de la obra gráfica de Mark Millar y John Romita Jr.
Y es que escribir sobre superhéroes necesita, casi por obligación, un equipo que haya estado con ellos toda la vida y, salvo el talento de Millar/Romita para contarnos la historia, lo demás corre a cuenta de una solvente dirección, que marca una cinta entretenida en muchísimos momentos.
Pero Kick-Ass – Listo para machacar no es perfecta, lo sabe y no hace alarde de ningún tipo de efectismo, más allá de lo estrictamente necesario. Es quizá su honestidad y su linealidad, lo que la hace una cinta ágil y de fácil consumo. No tiene proclamas y su máxima aspiración (salvando contentar a los fans de cómic) es entretener, y lo consigue holgadamente.
Gran parte del éxito de Kick-Ass – Listo para machacar, recae en el material original con el que tanto Vaughn como su compañera de guión, Jane Goldman (con quien trabajará posteriormente en la adaptación de los mutantes de Marvel), ha sabido construir esta historia llena de peligros, escenas hilarantes y siempre manteniendo la seriedad, sin olvidar el material original del que procede y ni mucho menos faltando al respeto a los miles de seguidores.
Es una película absolutamente consciente de lo que es, de su tratamiento y de su reparto, donde prácticamente brila la pequeña Chloe Moretz. El resto de intérpretes, incluido Aaron Johnson, resuelven con eficacia y sencillez, sus respectivos roles. La incorporación de Nicolas Cage en el reparto, se entiende quizá para atraer al público, pues su personaje, a pesar de tener mucha más profundidad que el resto, no tiene tanto peso como debería.
Mención aparte merece su ritmo, muy bien dosificado, con memorables escenas de lucha que recuerdan casi al cine oriental de John Woo y que, sin duda, aportan un empaque más sólido y más de “superproducción” a toda la película. Sus ralentizaciones, su ausencia de censura en cuanto a sangre se refiere, la confieren una serie de características especiales que hacen que uno quiera a Kick-Ass – Listo para machacar, o la defenestre.
Aún con todo y con eso, la película está a la altura de lo que promete, con una buena historia, un elenco muy sencillo y efectivo, y todo ello decorado con una sobra puesta en escena que combina muy bien todos estos elementos. Incluso ese final casi “anti climático” se le podría perdonar, pero… lo mismo el presupuesto no se podía estirar mucho más.
Kick-Ass – Listo para machacar es una visión diferente al mundo del superhéroe, una aproximación real (quizá) a lo que podría ser la vida de un superhéroe sin poderes.