La histórica hazaña de Thor Heyerdahl, fue protagonista de un interesante documental realizado durante aquel viaje por el Pacífico. Consiguió un Oscar en 1951 y pasar a la historia noruega por aquello. Años después, dos directores deciden recrear aquello con las herramientas que la técnica y el cine les permiten, facturando una cinta entretenida, con la sensación de que podría haber dado algo mucho más.
Presentada por Noruega a los Oscar (allá por el 2013, y que finalmente fue Amor de Michael Haneke quien se hizo con el premio), Kon-Tiki es, ante todo, una cinta de aventuras, además de corte bastante clásico. La película va a jugar a lo seguro, con tres actos muy bien diferenciados y con situaciones más o menos sencillas de resolver. En este sentido, sus directores no se han “roto” mucho la cabeza y han respetado en su mayor medida, la historia original sobre la que se basa la película.
Quizá una de las pegas que pudiéramos ponerle a Kon-Tiki es su reparto. No funciona quizá con demasiada precisión, y los personajes resultan, en algunos momentos, bastante sosos. No hay ese alma de aventurero que se requiere para travesías de este tipo. Salvo el protagonista (que ya había trabajo con Rønning y Sandberg en Max Manus (2008) otra cinta con historia real por detrás) cuyo retrato de Heyerdahl atisba ciertos momentos interesantes (su tenacidad, su creencia en todo lo que hace, la relación con su mujer Liv…) pero son casi anecdóticos y se pasa la mayor parte de la cinta debatiéndose entre diversas situaciones con fácil resolución.
Aún así, Kon-Tiki tiene otros elementos bastante a su favor. La sencilla realización con la que sus directores han dotado a la película la hace muy entretenida y fácil de seguir. En Kon-Tiki no hay demasiada complicación en todo. La historia va a lo que va y no hay rodeos.
Su potencial más claro radica en su factura. Ya no sólo por los espectaculares efectos especiales (del equipo de títulos como Stardust (Matthew Vaughn, 2007) o Alien vs. Predator (Paul W.S. Anderson, 2004)), sino por su fotografía (obra de Geir Hartly Andreassen), que refleja la inmensidad del océano y las penurias del grupo, con enormes planos generales muy bien rodados. La música del sueco Johann Söderqvist es sencillamente sublime, aportando ese toque dramático a toda la película.
Kon-Tiki cuenta con un nivel técnico muy bueno, aunque su reparto no termina de funcionar al cien por cien, le falta transmitir más al público. A grandes rasgos es una cinta de aventuras muy entretenida que supone un gratificante pasatiempo. Lástima que de la sensación de que no pretende llegar a mucho más.