Dejamos la primera temporada de La casa de papel en un ‘cliffhanger’ con bastante intensidad, esa canción que ya se ha convertido en icónica, además de ver a “el profesor” prácticamente yendo a lo que le condenaría para siempre. Un final de temporada bien resuelto y que, sin duda, deja con más ganas de más.
Esta segunda entrega, (emitida a finales de 2017 y también en Antena 3) consta de seis episodios, ahonda más en la propia investigación policial y en una persecución más intensa entre los personajes de Álvaro Morte e Itziar Ituño (“el profesor” y Raquel, respectivamente). La tensión se palpa prácticamente en cada escena en la que ambos van avanzando en la investigación. La ingente cantidad de artimañas que utiliza “el profesor” para evitar ser descubierto, vuelve a se en esta temporada, una de las bazas más interesantes que hay.
Una vez más, el elenco interpretativo está más que correcto, en parte gracias a dirección de cada episodio, que en esta temporada baraja nombres muy próximos a éxitos de la televisión como Álex Rodrigo (Vis a vis (2016) o El embarcadero (2019)), Javier Quintas (Física o química (2008) o El Príncipe (2014)) o el director de origen cubano Alejandro Bazzano (Mar de plástico (2015)).
En esta segunda temporada se mantiene, prácticamente, el nivel de calidad de la primera, dándonos muy buenos momentos a la vez que profundizando más en los personajes. Volvemos a destacar la presencia tanto de Paco Tous, como de Álvaro Morte y Pedro Alonso, que siguen siendo las almas de las dos primeras temporadas. La parte más joven del ‘cast’, encabezada por Úrsula Corberó, empieza a despuntar.
Como hemos comentado, esta segunda temporada se centra más en el thriller que en la propia narrativa de una cinta de robos. No olvida, evidentemente la trama principal, pero desvía al espectador a un terreno en donde se le necesita más.
Una notable producción, un reparto que poco a poco va despuntando, una dirección totalmente solvente y una trama que termina con un final casi conclusivo, hacen de la segunda temporada, un buen broche final que, tranquilamente, podría haber puesto a la serie en una culminación más que aceptable.
Los dos últimos episodios resultan casi frenéticos, y la complicidad entre los personajes y el público ya se palpa en muchos momentos. Resulta difícil no empatizar con ellos.
La trama, poco a poco va avanzando, proporcionándonos pistas, detalles… todo ello con buen criterio y que, a pesar de algunos aspectos algo previsibles (un defecto que ya sucedía en la anterior temporada) no desluce para nada el conjunto general, que sigue demostrando que está en forma y vuelve a inyectar aire fresco al panorama televisivo de ficción.
