Al igual que ha hecho Spielberg con Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio (2011), la primera experiencia en 3D de Scorsese se antoja interesante. La invención de Hugo (basada en la novela de Brian Selznick), puede resultar una cinta algo infantil, pero esconde algo más debajo de su maquinaria.
Hasta la fecha, muchos realizadores que habían sido considerados como algo conservadores (técnicamente hablando) parecen haberse reciclado y adaptado a los tiempos que corren. Algunos ya lo han hecho con mejor o peor fortuna, pero quizá la espera ante lo que un realizador como Martin Scorsese puede ofrecer, es un aliciente para ver La invención de Hugo, su primer título con tecnología 3D.
Habituados quizá a historias más duras y realistas, ver a Martin Scorsese en la dirección de una cinta de corte algo más infantil como es La invención de Hugo, quizá nos pueda echar para atrás. Pero la experiencia le dicta a su realizador cómo manejar los hilos de este tipo de historias y lo cierto es que salvo ciertos pasajes algo densos y un comienzo algo lento, La invención de Hugo cuenta con un pulso narrativo bastante aceptable.

Casi ha supuesto una coincidencia (o no) el hecho de que su duelo en los futuros Oscar sea con una cinta francesa (donde se ambienta ésta) y también con una obra en donde el cine y sus orígenes, juegan un importante papel dentro de la historia. Mientras The Artist (Michel Hazanavicius, 2011) juega con el cine mudo, La invención de Hugo se adentra mucho más atrás, casi a los orígenes del propio séptimo arte. Para ello Scorsese se ha rodeado de un equipo técnico envidiable, consiguiendo una espectacular puesta en escena que se traduce en una imagen limpia, metálica, dorada… en donde la utilización del 3D se fusiona entre el reclamo publicitario y la proeza visual. No sería quizá una mala experiencia verla de esta forma, pues aprovechando el formato, se construyen algunos planos interesantes y visualmente espectaculares.
A nivel interpretativo, su reparto no encaja tan bien como los engranajes de un reloj, desgraciadamente. Se atisban buenas intenciones, buenos apuntes a los personajes (el caso de Ben Kingsley, por ejemplo), pero le falta algo a todo ese conjunto actoral. Algo que nos consiga emocionar, que nos llegue más dentro y que nos haga vibrar. En este aspecto, La invención de Hugo adolece quizá de cierta frialdad en sus interpretaciones, algo que puede empañar todo el conjunto.
La invención de Hugo engrana sus piezas (personajes) de forma mecánica. Todo está dispuesto (y bien dispuesto) para que la historia nos llegue, para que el pequeño Hugo (que se considera casi como un mecánico de la gente) viva su propia aventura. Una enorme historia que vista desde varios niveles (como niño (quizá les resulte algo pesada), como adulto…) nos dejará un buen sabor de boca, a pesar de sus pequeños defectos.
La invención de Hugo es una buena muestra de que Scorsese es todo un maestro en contar historias, salvo en puntos concretos, podemos augurar una buena trayectoria para una cinta merecedora de nuestra atención. Una buena historia sobre nuestro hueco en el mundo en la que subyace un pequeño y agradecido homenaje a los orígenes de ese incomprendido arte como es a veces el cine.