Nuevo ‘live action’ de Disney (¿cuantos llevamos ya?). En esta ocasión le toca el turno a la cinta de finales de los ochenta La sirenita (Ron Clements, John Musker, 1989), que a su vez tomaba como base, el cuento de Hans Christian Andersen. Ganó dos Oscar, uno a mejor canción y otro a mejor banda sonora. Es considerada como una de las cintas de animación más icónicas de Disney.
Rob Marshall, dirige esta película, y vuelve a contar con David Magee como guionista, tras su trabajo en El regreso de Mary Poppins (2018). Marshall ya conoce lo que es un musical, con sus trabajos en Chicago (2002) y Nine (2009), por lo que la parte que esta versión de La sirenita tiene, no ha supuesto para él un reto especialmente notable.
Al margen de la ‘utilidad’ meramente cinematográfica de este tipo de adaptaciones, podemos estar relativamente tranquilos con esta película, ya que su parecido con la cinta original de animación es bastante alto, incluso se han tomado la “molestia” de calcar algunos planos. Hasta aquí, el suculento plato que nos ofrece Disney se puede comer bien. No resulta una cinta indigesta, aunque quizá su excesiva duración hace que, en ocasiones, el ritmo se haga un poco lento. Posiblemente media hora menos habría solucionado esta tara y la historia no habría sufrido modificaciones.
A pesar de la habilidad de Marshall para el musical, como hemos comentado, lo cierto es que la película no destaca especialmente por muchas cosas, si la valoramos como conjunto. ¿Está bien adaptada? Sí, bastante bien, volvemos a recalcar. Pero, y aquí empiezan los problemas, a nivel interpretativo está todo bastante justo. El reparto resulta un tanto frío, aunque salvamos de todo esto a Melissa McCarthy en su papel de villana. Pero el resto del ‘cast’, incluyendo a la protagonista Halle Bailey y a Javier Bardem, no terminan de convencer, convirtiendo muchas escenas en meros calcos de la original o planos «sin alma».
Por otro lado, los números musicales están bien, teniendo en cuenta las limitaciones que tiene el mundo real de adaptar los que en el mundo de animación se presentan como espectaculares. Aquí no están mal, pero choca por el hecho de identificar elementos reales. No es un defecto si no somos tan literales, claro está.
La inclusión de canciones nuevas no hace más que añadir peso innecesario tanto a la película como a la trama. Son temas (concretamente cuatro) los que se han compuesto expresamente para esta película. Como valoración global, no son buenos, y si encima hemos visto la cinta doblada, la cosa empeora aún más. ¿Era necesario estirar la película con más canciones? No.
Otro punto a su favor son los efectos visuales. El uso del ordenador para algunos personajes o los efectos bajo el agua, están muy bien conseguidos a nivel global. Teniendo en cuenta el alto presupuesto de la película (250 millones de dólares) no es de extrañar.
La esencia de la historia original se mantiene en esta versión de La sirenita. Dos mundos separados por diferencias, pero que en el fondo los une el amor en varios estratos y representaciones. La historia de Ariel, esa joven adolescente que quiere conocer mundo y que, bajo el férreo control de su padre no puede salir de su propio ecosistema (la protección en la familia). Y esto tiene su reflejo en el mundo humano (al final no son tan diferentes) con el príncipe Eric, también controlado de alguna forma, por su madre.
Han calcado escenas, interpretaciones no muy acertadas y unos efectos visuales notables es lo que ofrece una cinta apta para los fans de la cinta original. ¿Pueden quedar decepcionados? Seguramente. No hay que olvidar que estamos hablando de un clásico y con ellos, ya se sabe, mejor no tocarlos.