El tercer trabajo del director gallego cuenta con un envidiable reparto. Luces rojas, aunque plantea una historia, a priori, compleja, en ocasiones se deja llevar por el efectismo. Aún así, el resultado es un ejercicio sólido y bien llevado como producto.
Gracias a su anterior película, Buried (Enterrado) (2010), el director gallego Rodrigo Cortés logró alcanzar una buena posición tanto en nuestro país como en la industria de Hollywood, donde metió la cabeza. Ahora repite con reparto internacional en una cinta que versa sobre las verdades de la vida y sobre los secretos que todos tenemos.
El planteamiento inicial de Luces rojas puede incitar a pensar en cualquier película de terror barato (entiéndase como de digestión rápida). Pero Cortés ha decidido ir más allá y traspasar los límites del cine de terror en una cinta que apenas (o nada) bebe de él. Deambula más por el thriller que por el susto gratuito (que también los tiene). A pesar de no ser un ejercicio redondo, Cortés ha sabido tejer bastante bien una trama creíble, sólida y con escasas lagunas, algo que aprendió muy bien en su anterior trabajo. Su manejo de los elementos del thriller (algunos un poco manidos pero efectivos), apoyados muy bien por una ambientación más que correcta y una atmósfera que incita a entrar en la historia, conforman un trabajo que, al menos, habría que darle una oportunidad.
Luces rojas no es perfecta, está claro, ninguna película lo es. Quizá su resolución, un tanto forzada y que busca la sorpresa en el espectador (casi al más puro estilo Shyamalan) echaría al traste el resto del metraje para muchos. Lo cierto es que desmontar todo este tinglado de esa forma no ayuda a que todo sea redondo. Por la parte interpretativa, contar con nombres como Sigourney Weaver, Cillian Murphy, Toby Jones o Robert De Niro resulta cuanto menos complicado para que no salgan las cosas bien. Y es que Cortés ha vuelto a demostrar que sabe dirigir bien a los intérpretes. Quizá tan sólo algunos momentos de Murphy puedan ser considerados como olvidables. Por lo demás, todos están bastante bien en sus roles, incluido un Robert De Niro que apenas necesita presencia para llenar sus escenas.
La película nos hace preguntas, aunque realmente tampoco da demasiadas respuestas, quizá deja mucho a la libre interpretación del espectador. Trata de hacernos cuestionar la naturaleza mística y misteriosa de algunos personajes, y por encima de todo antepone la razón y el escepticismo en los dos protagonistas. Luces rojas es una película muy correcta, quizá no tan espectacular como muchos esperan, pero Cortés ha manejado unos hilos que lo mantienen en la lista de nombres a tener en cuenta. No arriesga, pero tampoco escatima en contarnos una cinta interesante y entretenida.