Para hablar de Megalodón (Jon Turtletaub, 2018) habría que echar la vista atrás, al menos veinte años, casi cuando se publicó la novela original de Steven Alten, y cuando Disney se hizo con los derechos de la obra a través de la, por aquel entonces existente, Hollywood Pictures. Tras pasar por varias manos, y directores, finalmente ha sido el todoterreno Jon Turtletaub quien se ha encargado de sumergirnos en esta especie de Godzilla submarino, un “tour de force” entre el hombre y la naturaleza con muchísimo menos trasfondo que el universo del monstruo oriental.
Megalodón hay que aceptarla tal y como es. Tiene sus virtudes (pequeñas) y sus defectos, pero desde luego no se la puede tachar como de engañosa, es una cinta muy honest, directa y con pocas pretensiones que no vayan más allá que la de hacer mucho dinero.
Contar con Jason Statham como protagonista, ya le da cierto empaque de superproducción, de lo contrario quizá estaríamos hablando de una cinta bastante menor, ya que el nivel técnico tampoco es que sea excesivamente sorprendente. Cumple en este apartado y al menos tampoco deja ver sus carencias como taquillazo.

En la película no vamos a encontrar demasiadas situaciones nuevas, todo hay que decirlo. Su guión, escrito a tres manos pero con una fuente literaria (sí, hay un libro detrás), no recalca precisamente en muchos trasfondos para los personajes, más bien deja pinceladas, y las justas, para justificar sus acciones. La película, dejando a un lado su parte de “acción” habla sobre el pasado y la necesidad de superarlo, todo ello a través de una historia sencilla y que no se anda con muchos rodeos.
Turtletaub ya sabe lo que es manejar la acción y personajes dentro de ella que no requieran de demasiado fondo. Lo hizo con las dos entregas de La búsqueda (protagonizadas por Nicolas Cage). A pesar de que en sus comienzo el drama tuviera más presencia, con el tiempo, se ha hecho un hueco en esa especie de mezcla de diversos títulos que, para bien o para mal, acaban cayendo en gracia a mucha gente y terminan haciendo buena taquilla.
En Megalodón apenas vemos una mano en la dirección, no hay un estilo muy definido pero porque la película tampoco lo necesita. Con un realizador que sepa guiar a los personajes en su encorsetada misión, y que tenga cierta idea de la acción más “light”, la tarea está cumplida.
Dentro de sus propias convicciones, Megalodón es muy consciente de lo qué es, lo cual facilita el trabajo para que el espectador se crea absolutamente todo lo que ve en ella. Siendo así mucho más fácil el no tomársela en serio. Y es que la película quizá también tenga ese pequeño punto de autoparodia, sin caer en el humor, ya que sino la función sería todavía más desastrosa.
Tanto actores como director, son conscientes de lo que manejan y de la historia/personajes que tienen entre manos, con lo que hace más entretenida la función. Es una cinta para desconectar, pero desde luego no es para tenerla como referencia dentro de la filmografía de Statham.