El éxito de la cinta de Fede Álvarez No respires (2016) y ese final tan ambiguo, eran el caldo de cultivo para que Sony se decidiese a rodar una secuela. No ha tardado demasiado en llegar, pero eso sí, Álvarez ya no está tras las cámaras y aunque suene raro, tampoco se nota demasiado.
Álvarez, en esta ocasión, se reserva sólo el guion y la producción, y deja la silla de director a Rodo Sayagues, productor y guionista de la primera entrega, además de compañero de fatigas de Álvarez en su época de cortometrajista y en su primera película Posesión infernal (2013). Sayagues debuta en la dirección con esta secuela y la verdad es que su labor es solvente, al margen de que la película tampoco aspira a mucho más que a puro entretenimiento.
Es cierto que, en esta ocasión, el elemento base que tenía la cinta de Álvarez queda en segundo plano. Aún así, los ingredientes de la historia están bien hilados y bien llevados, a pesar de que, como la primera entrega, poca novedad nos espera, salvo que en esta ocasión, la acción no se ciñe sólo a un único lugar, y el personaje principal parece estar dividido en dos (el hombre y la niña).
En cierto modo, el drama de su protagonista continúa, haciéndose cargo de aquella niña que nunca pudo tener en su hogar. Como contraposición, la otra historia que abarca la trama, sirve como opuesto al drama interior del hombre. También es verdad que su desarrollo es, en algunos momentos, un poco hilarante.
Pero a pesar de todo, No respires 2 mantiene el nivel de la primera película, quizá un poco menos, pero no por ello es una película desechable dentro de su estilo. Sayagues ha hecho una buena dirección, Stephen Lang sigue siendo el verdadero protagonista de la función, y en su conjunto tenemos una cinta entretenida que, si bien nos gustó la primera, con esta prácticamente disfrutaremos igual.