Tercer trabajo para el director francés Mathieu Turi, que se encargará en un futuro de la adaptación a la gran pantalla del videojuego de éxito Watch Dogs. De Turi posiblemente nos suene aquel thriller extraño titulado El tubo y que, como ésta, sólo se pudo ver en festivales y en formato físico.
Oscuridad total va por otros derroteros menos “profundos” que su anterior trabajo. Turi, sin ser un director que, de especial importancia al trasfondo de personajes, al menos procura que nos lo pasemos medianamente bien durante sus películas. Aquí prima más el entretenimiento que lo que pudiera haber detrás.
La historia es muy sencilla, al igual que los personajes, de los que apenas conocemos información. Ambientada a mitad del siglo XX, la película podría encuadrarse dentro de aquellas historias con “monstruo” que poco a poco va mermando el grupo protagonista. El problema que tiene esta fórmula es que, o lo mezclas con algo más, o al final tienes una cinta que a los pocos minutos de empezar, ya ha agotado al personal y sabemos lo que va a pasar.
Es una película que, de soslayo, nos habla un poco de las condiciones en las que trabajaban en las minas francesas, de esos sueños truncados de mucha gente que pensaba que aquello sería su futuro. Todo un trasfondo dramático e histórico que pronto es eclipsado por la verdadera naturaleza de la película. Que nadie espere una historia dramática sobre los peligros de las minas, porque en ningún momento la película apunta en esa dirección.
El reparto está encabezado por Samuel Le Bihan, una de las figuras más internacionales del cine francés. Le podremos recordar sobre todo por su papel en la espléndida El pacto de los lobos (Christophe Gans, 2001), o en la cinta española Los años bárbaros (Fernando Colomo, 1998), así como en títulos muy internacionales como Tres colores: Rojo (Krzysztof Kieslowski, 1994) o Capitán Conan (Bertrand Tavernier, 1996). Aquí interpreta a un tipo rudo, curtido bajo tierra y con una férrea idea de lo que es ser un líder. Junto a Le Bihan encontramos los rostros de Philippe Torreton o el español Diego Martín.
La película es una especie de batiburrillo en cuanto a historia, un tanto pretenciosa y que además tampoco hace por resultar interesante. En cuanto a su nivel técnico, goza buenos efectos especiales (prácticamente todos prácticos) que aunque no son especialmente llamativos al menos se agradece que no sean generados por ordenador. La importancia de la oscuridad y la luz, son de lo más interesante en este aspecto, aunque su juego con ambos elementos no nos va a pillar por sorpresa.
Oscuridad total no tiene concesiones en cuanto a violencia, hay sangre y demás casquería, pero no resulta desagradable en ningún momento, ya que es totalmente consciente de que es una película con un presupuesto bastante reducido.
Cine para pasar el rato, sin apenas destacar nada y que, durante su escaso metraje, al menos trata de entretener. Personajes muy poco explorados y una historia demasiado increíble para una cinta del montón.
El cine de su director nunca se ha estrenado en salas, por lo que resultaría raro que esta cinta fuera una excepción, a pesar de contar con rostros conocidos. Pudo verse en Sitges y poco más.
La película sólo se puede ver adquiriendo su edición en formato físico, editada por A Contracorriente.