El hipnotista, una cinta simple y entretenida, pero que, curiosamente no busca mucho más que algo de entretenimiento. No hay mucha intriga, pero eso no parece importarle.
Aunque realmente la “moda” del thriller nórdico ha tenido su principal entrada con las adaptaciones de las novelas de Stieg Larsson (la trilogía Millennium), tampoco conviene ahondar mucho más, para darnos cuenta de que son pocos los elementos que lo diferencian de los thrillers más convencionales “made in USA”. El hipnotista es un ejemplo de ello, una cinta sencilla pero nada sorprendente.
Sobre la novela de Lars Kepler (pseudónimo del matrimonio sueco formado por Alexander Ahndoril y Alexandra Coelho Ahndoril), primera de su carrera y primera de la saga del detective Joona Linna, el director Lasse Hallström (también sueco) adapta la trama principal sobre la investigación de un brutal asesinato, por parte de un policía y un experto en hipnosis. A priori, la historia supone un punto más dentro del thriller y, desgraciadamente, así es.
El hipnotista cuenta con una estructura bastante clásica en cuanto a thriller se refiere. Algo que ya parte del texto original de Kepler, y que Hallström se encarga de respetar. Como producto cinematográfico, cumple perfectamente lo que se espera de una cinta similar. Tiene el apoyo de todos los factores para que esto se convierta en su principal finalidad, entretener.
Durante toda la película, el guión se encarga de hacer partícipe al personal para que se convierta en investigador e indague por las pistas que se van descubriendo, aunque si que hay que señalar que en El hipnotista no hay demasiado espacio para la investigación, la hay, pero está muy limitada, quizá es algo que le reste interés. Todo está bastante medido y hay poco margen para la sorpresa.
A nivel interpretativo, la cosa no es que sobresalga demasiado. La presencia de los rostros de Mikael Persbrandt (Una vida mejor (Susanne Bier, 2010)) y Lena Olin es quizá de lo más reconfortante. Eso sí, se echa en falta algo más de intensidad en el personaje de Linna, que en momentos pasa de ser protagonista a secundario y que poco o nada sabemos sobre ella como personaje.
La trama se va desarrollando con fluidez, no hay momentos pesados y el ritmo resulta correcto, haciendo a toda la cinta, amena de ver. Bien podríamos estar ante un telefilme de sobremesa (la historia es propicia para…) pero quizá su producción juegue a favor de una cinta con un guión sólido pero poco atractivo. Quizá el retorno a su origen, por parte de Hallström, se merecía algo más.