Casi de la misma temática, y con prácticamente un año de diferencia en cuanto a su estreno en España, A 47 metros (Johannes Roberts, 2017) utiliza igualmente la temática “tiburón+chica/s aislada/s” como reclamo para una historia acerca de la supervivencia humana en situaciones límite, como ya lo hizo Infierno azul (Jaume Collet-Serra, 2016)
Y es que son varios los aspectos que ambas películas comparten, pero hay diferencias notables entre una y otra, que quizá hagan decantarnos un poco más por la película del catalán, al menos sus efectos visuales son algo más llamativos que los de la cinta de Roberts, pero si hubiera que decantarse por alguna de las dos historias, quizá la que nos ocupa pudiera resultar algo más creíble.
La propuesta parte interesante, y el enfoque que se le da es, a priori, de una cinta de terror (con poco terror) bastante hermanada con el thriller. La principal idea de su director parece ser la de transmitirnos la claustrofobia de las jóvenes, encerradas en una jaula y de la que pueden salir a pesar de lo que les acecha fuera.
Una propuesta que, con un director menos competente y si no se tomase en serio, habría desvariado a límites insospechados, con una auténtica jauría de tiburones acechando a las féminas mientras gritan de terror. Pero la mesura y el sentido común hacen acto de presencia y el terror, que en su representación física sin duda es el tiburón, aparece pocas veces.
Gracias a ese elemento, el jugar con lo que no puedes ver o a lo que no te puedes anticipar, gira prácticamente toda la trama, a sabiendas de que las protagonistas siempre ven su destino entre las fauces de un escualo.
La tensión generada en la película, es quizá su único interés, ya que aunque se intenta profundizar en los personajes (algo que también hacía Collet- Serra en la mencionada Infierno azul), todo queda en anecdótico y simplón, sin tiempo para empatizar con los personajes en este sentido. Algo que, seguramente, no es lo que se busca.
A 47 metros resulta entretenida, con una duración justa, nada excesiva y con algunas partes no exentas de cierta previsibilidad (algunas situaciones están un poco forzadas). Aún con eso, merece, al menos, verse una vez y disfrutar de ella lo que se pueda, pero no esperemos tampoco que nos vaya a descubrir nada nuevo.