Magia, robos, espectáculo… mezcla de elementos que se unen en Ahora me ves… del galo Louis Letterier. Con un sólido reparto pero un desigual resultado. Una lástima que este enorme entretenimiento no llegue a más.
La trayectoria de Louis Leterrier es, quizá, idílica para algunos realizadores franceses que se quieren abrir hueco en la industria del cine americano. Debutando con una cinta bastante amena como fue Danny The Dog (2005), ahora el director se decanta por el thriller como género, después de tocar no sólo la acción y el drama, sino la aventura (con Furia de Titanes (2010)).
Partimos de la base de que la cinta es una enorme trampa para el espectador en muchos sentidos. Letterier ha querido jugar hasta la médula con la premisa de la cinta. Todo es un enorme engaño en Ahora me ves… hasta el fatídico (y no por la historia) final, quizá bastante pobre para lo que nos han contado previamente, y hasta incluso, se nos puede quedar cierta cara de desazón.
Y es una lástima ya que Ahora me ves… cuenta con un interesante reparto pero el guión no termina de cuajar del todo y lo que podría haber sido una buena historia y un buen desarrollo, se queda en un ejercicio de engaño masivo que, sí vale, entretetiene bastante, pero quizá se la exige más y posiblemente ni el propio Letterier es capaz de dárnoslo. Por eso Ahora me ves… no alcanza mucho más de lo que uno ve en sus primeros minutos.
Mención especial para su frenético ritmo, quizá otra de las bazas interesantes con las que cuenta la cinta. El trepidante montaje de Vincent Tabaillon (habitual de Letterier y compratriota de éste) y Robert Leighton nos sitúan muy bien en cada una de las secuencias de la película. No así podemos decir lo mismo de su planteamiento visual, con excesivos movimientos de cámara que pueden llegar a “marear” al personal, sobre todo en su primer tramo.
La película podría haber dado mucho más, y el guión podría haberse decantado por un planteamiento algo más realista, pero la utilización de trucos a base de CGI le restan cierta credibilidad a todo el número. La cinta no llega a altas cotas de intriga, ni siquiera en su desenlace final, donde la sorpresa juega el papel más importante.