De la mente de Max Landis, guionista de Chronicle (Josh Trank, 2012) o la cinta para Netflix Bright (David Ayer, 2017), nos llega una nueva producción, en donde no hay más remedio que tomarla como es. Y es que Pasajero oculto es una película que se disfruta, sí, pero no destaca precisamente por nada.
No hay duda del espíritu pulp que rezuma en Pasajero oculto. Esas historias fantásticas, con componentes a veces místicos, protagonizadas en su mayoría por personas corrientes… son historias que han sabido trasladarse bastante bien a la pequeña pantalla, con series tan míticas como En la dimensión desconocida (la película podría considerarse como un homenaje al episodio «Pesadilla en las alturas») o Cuentos asombrosos.
Esa mezcla entre lo fantástico y lo real, es lo que mantiene la historia de la película, dirigida por Roseanne Liang, directora prácticamente desconocida en España, pero con bastante experiencia dentro del mundo del cortometraje. Liang, que coescribe el guión con Landis, maneja correctamente los momentos de tensión de la película. Su capacidad para generar confusión en algunas escenas marca un poco el ritmo de la cinta.
Bien apoyada por el reparto, en donde prácticamente brilla sólo la joven Chlöe Moretz, la historia, sin embargo, queda demasiado simple en su conjunto. Hay algún que otro giro de guion que podría llegar a sorprender, pero en su cómputo general, la película no termina de ser una enorme sorpresa. Gracias a su corta duración, al menos no se hace larga en ningún momento.
Y no es quitarle méritos a Pasajero oculto, tiene bastante ya que algo más de la mitad de la película se desarrolla en un pequeño cubículo en donde el artillero quedaba a merced de la destreza del enemigo para sobrevivir.
Evidentemente al tratarse de una película con ciertos elementos fantásticos, hemos de ser conscientes de que no estamos viendo un drama bélico. Hasta aquí todo bien, pero se atisba cierto regusto reivindicativo hacia la figura femenina que, si bien es totalmente respetable y más que loable, en el fondo también es un elemento que resulta bastante innecesario recalcar durante casi toda la película.
Que Liang se ha dejado un poco llevar por la situación social actual, pues podría ser. Esta cinta quizá estrenada hace unos 12-13 años habría sido algo más incisiva y habría resultado más sorprendente. A día de hoy y con lo simple de su historia encaja más dentro de una serie de televisión que como película de sala.
Lo que si tiene, y en esto no podemos ponerle muchas pegas, es en su capacidad de entretenimiento. Es verdad que un producto de este tipo tiene unos mínimos exigibles, pero la película intenta dar un pequeño paso cada vez, en su avance como cinta mera de entretenimiento para una noche aciaga.
A pesar de contar con un nombre de cierto tirón en su reparto, la película no logró estrenarse en salas tampoco en los Estados Unidos. Es bastante problable que los problemas del COVID a nivel mundial, su escasa duración, y que en el «cast» sólo se reconozca fácilmente a la protagonista, sean algunos factores que hayan determinado su salida directamente en plataformas.
Por el momento en España sólo se puede ver en Movistar+, en su catálogo de alquiler.