Bebedora de fuentes tan interesantes como revolucionarias en su género, como son El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) y Seven (David Fincher, 1995) (deudora igualmente de la cinta de Demme), la nueva película de John Lee Hancock es una oscura historia sobre la investigación, en donde se mezcla alguna pincelada de drama, pero sin desviarse mucho de la ruta marcada por un género que, no suele decepcionar demasiado. Ya tocó una historia con una estructura de thriller en su anterior película, la cinta de Netflix Emboscada final, en donde los protagonistas daban caza a los famosos Bonnie and Clyde.
Pequeños detalles, tenía muy buenos mimbres para ser un buen thriller sobre un asesino en serie. Salido de la propia imaginación de Hancock su principal problema radica en la forma en la que todo se cuenta, con una lentitud innecesaria que se acrecienta sobre todo en los minutos iniciales. En este sentido, cuesta bastante entrar en la película, a pesar de su buen arranque.
Es precisamente esta pega la que se transfiere durante las dos horas de metraje. Una duración excesiva si tenemos en cuenta que muchas de sus secuencias se podrían resolver de una forma más ágil sin interferir en la historia, o bien suprimirlas. Aunque esto queda a merced del propio director, es un lastre que le resta interés. Y es una pena porque la película podría llegar a ser un más que digno producto.
La historia viene marcada ya no solo por el propio objeto de ésta, la investigación sobre el supuesto homicida, sino por el desarrollo de ambos personajes protagonistas. La solidez y eficacia de Denzel Washington resulta difícil ponerla en duda, y aquí muestra su lado un tanto oscuro, similar (aunque los personajes no tienen mucho que ver) al mostrado en la saga de Equalizer, por ejemplo. Un hombre marcado por el pasado y con interesantes habilidades. Una especie de mentor del otro protagonista, un solvente, aunque no destacable, Rami Malek.
La guinda la pone el rostro del siempre perturbador Jared Leto, un actor que suele devorar los personajes y que aunque sean pequeños (como sucede por ejemplo en Blade Runner 2049 (Denis Villeneuve, 2017)) siempre deja una impronta que complemente muy bien la historia. Aquí hay momentos en los que su personaje, simplemente con la presencia, da cierto… respeto, sin necesidad de recurrir a la sobreactuación.
Pequeños detalles es una película que podría haber sido mucho más. Su director/guionista se ha entretenido en cosas innecesarias, ha intentado salirse un poco del canon marcado por el género (que está bien), pero no ha terminado de conectar con el público. Al final todo resulta denso, con la idea de que podría haber salido bastante mejor.
Utiliza elementos ya conocidos (el policía veterano y el joven que se quiere comer el mundo, por ejemplo) con la idea de que no nos desviemos de su origen, lo cual es una buena forma de hacer que el público entre enseguida al trapo.
Buena historia, buenos actores (al menos cumplen), buena dirección… su problema es que se “enrolla” demasiado.
