A pesar del éxito de Viernes 13 (1980), el director neoyorquino Sean S. Cunningham, no ha tenido (y no tiene) una carreta excesivamente notable. Devoto, prácticamente, de la serie B y el terror, nueve años después de su mayor éxito, se encarga de dirigir Profundidad seis (1989), una película que bebe de demasiadas fuentes y que no termina de funcionar siquiera como cinta de entretenimiento.
A estas alturas, muy poca gente tiene dudas de que Profundidad seis es una película que responde a otra. No es la primera vez que se ve esto en el cine, proyectos o películas con historias muy parecidas, pero con producciones diferentes. La cinta que nos atañe podría equipararse con el Leviathan: El demonio del abismo de George P. Cosmatos, curiosamente estrenado el mismo año. La película también bebe de otros títulos como Abyss (James Cameron, 1989) o La cosa (John Carpenter, 1982)… bueno bebe, intenta inspirarse en ellas en cuanto a ritmo o ambientación se refiere.
Pero sin entrar en comparaciones, Profundidad seis es una cinta bastante consciente de qué tipo de cine es, serie B con un presupuesto justo, en donde es necesario pensarse mucho qué mostrar y cómo hacerlo.
Como en toda ‘monster movie’ que se precie, la criatura es uno de los ejes principales de la historia. Aquí poco vamos a verla, prácticamente en los minutos finales, con un diseño bastante tosco (su diseñador, Chris Wallas, se marchó del proyecto casi al final) y donde queda patente la falta de un presupuesto más holgado. Sucede lo mismo, en general, con la producción. Es un lastre que tiene toda la cinta.
Pero a pesar de eso, se esfuerza por resultar interesante, lo cual ya es un paso. Intenta crear misterio, tensión, conflictos entre los personajes… pero nada de lo que vemos resulta estimulante o mínimamente interesante. Todo es sumamente frío, y cuesta coger algo de cariño a los personajes.
A nivel interpretativo no podemos tampoco destacar a nadie. Tampoco la presencia de Miguel Ferrer (quizá el actor más reconocible) es un aliciente para destacar. Incluso en ocasiones hasta la película se vuelve un poco aburrida, lo cual ya supone una decepción bastante considerable.
Aun siendo consciente de qué tipo de producto es, de tratar de sacar cosas de dónde no las hay, Profundidad seis no termina de funcionar como cinta de terror/suspense. No funcionan sus personajes y todo resulta demasiado falso.
Finales de los ochenta, fue un año bastante cargado de títulos que hicieron mucha taquilla. Desgraciadamente la acogida de Profundidad seis no fue como esperaba y la película apenas pasó los tres millones de dólares en su primer fin de semana de estreno. En cambio, títulos como Batman (Tim Burton, 1989), Mira quien habla (Amy Heckerling, 1989), Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989) o secuelas como Regreso al futuro II (Robert Zemeckis, 1989) y Cazafantasmas II (Ivan Reitman, 1989), si que triunfaron en taquilla.