La primera incursión de Gore Verbinski en la animación se llama Rango. Cinta más cercana a los adultos que a los niños, resulta una espléndida comedia sobre los héroes y sobre el hueco que tenemos todos en esta vida. Johnny Depp ha sido un gran aliado.
A pesar de que la filmografía de Gore Verbinski sea sobre todo recordada (hasta ahora) por su participación en tres entregas de la saga de Piratas del Caribe, o de que sea bastante solvente en casi todos sus trabajos, el director de Tennesse ha demostrado con anterioridad su manejo importante para la mezcla de comedia y acción a niveles equitativos, y el resultado de la mayoría de las veces es bastante satisfactorio. Rango no se libra de ello y conforma una propuesta fresca como el agua y agradable de ver.
No es sólo su sobresaliente nivel técnico (ojo con el espectacular nivel de detalle) lo que llama la atención de Rango, sino también la historia que subyace en su, a priori, sencillo planteamiento. Que un camaleón tenga una crisis de personalidad ya es rizar el rizo, cómico pero lo es. Y si encima se trata de un camaleón con aspiraciones a gran dramaturgo (sobre todo por la pasión que siente por Shakespeare) pues es, cuanto menos, un dulce para cualquier intérprete que se preste a darle voz. Verbinski se lo ha puesto fácil en este aspecto a Johnny Depp, que se desenvuelve como pez en el agua en un papel de antihéroe con aspiraciones a iluminado, de la mejor forma que sólo él sabe hacerlo. No le vemos, sólo le oímos, pero podemos apreciar muy bien todo su trabajo.
Rango es una historia contemporánea. Héroes por equivocación que parecen salvadores y que se meten en líos de los que luego salen airosos (muy parecido al último personaje de Depp delante de las cámaras, por cierto)… Entretenimiento con cierto mensaje de fondo que ayuda más si cabe a considerarla como un producto más serio que otros, quizá. El director sabe qué teclas pulsar para que el público reaccione, así que ha dotado a la película de diversos y deliciosos detalles (incluido, si me permiten el “spoiler”) algún cameo de ese icono del cine del oeste en el que todos estamos pensando.
Manteniendo lo que es, un producto pseudo-infantil (más cerca de la madurez que de la infancia), no faltan guiños al género del western, y es que quizá podríamos aventurarnos a definir a Rango como un intento de acercar ese género tan puramente americano a los más pequeños, quizá herederos de una tradición cinematográfica (al menos en los Estados Unidos) más clásica, aunque visto el panorama, personalmente no creo que lo hereden.
En Rango hay duelos al atardecer, hay personajes con pasados ocultos, hay doncellas en apuros, hay escenas de diligencias, hay indios, hay planes de dominación… en fin toda una mezcla de elementos de género que simpatizan muy bien con una historia que además se fusiona con la del propio Rango, adaptable a cualquier situación y además de sufrir unas crisis de personalidad bastante graciosas.
El resultado de todo es una película muy interesante de ver, muy agradable y a la que quizá nos cueste pillarla en un primer momento, y es que en su tramo inicial parece hacerse cuesta arriba, hasta que uno entra definitivamente en el juego y acepta las reglas que se le plantean. Entonces y sólo entonces, podremos disfrutar de uno de los productos de animación más interesantes en lo poco que llevamos de 2011. Eso sí, que nadie espere una historia enternecedora para niños.