Para terminar su trilogía “zombie” (o infectados, o poseídos…) Jaume Balagueró decide relegar por completo del estilo visual que marcó la primera entrega de esta ya consolidada como saga, apostando más por un estilo próximo al cine de terror-suspense para descargar todo su potencial en una cinta que no sorprende para nada y que hasta incluso se encuentra por debajo de lo que se espera.
Aunque la historia en sí vuelva a repetir fórmula (lejos de la frescura que aportó Paco Plaza con [REC]³: Génesis (2012)), esta última entrega no deja tampoco espacio para la imaginación, Balagueró se encarga de darnos todo masticado para que sólo tengamos que asistir al espectáculo visual que nos ha preparado (muy bien, por cierto).
[REC]⁴ no aporta nada nuevo a la saga, todo sea dicho, pero cierra bastante bien el círculo empezado hace ya siete años, cuando sí que resultaba sorprendente, el hecho de que una cinta rodada con el estilo del “found footage” se colase en nuestra pequeña industria cinematográfica. Una pena que la misma persona que apostó por el formato, ahora ya no muestre interés alguno en explotarlo más, o al menos, en usarlo.
No es precisamente una cinta perfecta, ni mucho menos, empezando por la forma en la que el guión trata a los personajes, llenos de clichés, algunos exageradamente forzados (ese ayudante del capitán que sabe hacer de todo con todo… ¿en serio?), sólo para tratar de ayudar a la protagonista a conseguir su objetivo, como si no hubiera otras opciones. La falta de carisma de, por poner un ejemplo, Paco Manzanedo (se supone, el héroe de la función), tampoco es que le aporte mucho a la película en su cómputo general.
[REC]⁴ deja una huella en un terreno bastante trillado, pero no precisamente una huella para el recuerdo. Atrás queda el auténtico terror cotidiano que trasmitía la primera película o, al menos, el divertimento que supuso la tercera entrega. Todo para que al final, la cosa termine con un final en el que nos hagan temblar, pero no precisamente por su contenido, sino por lo que podría conllevar.
Balagueró ha resuelto a su manera, una saga que había ido decayendo y que, se suponía, él iba a cerrar con interés, pero el resultado ha quedado bastante mojado. Personajes sin alma, con nada que contar que únicamente se dedican a ejecutar como si de auténticos robots programados se tratasen y todo ello detrás de una factura técnica notable.Es una pena que el realizador catalán no haya aprovechado [REC]⁴ para levantar su carrera, llena de irregulares títulos. Una lástima, quizá él, podría levantar el género.