Si la trilogía de Sam Raimi (2002, 2004 y 2007) no terminó como muchos esperaban, sino todo lo contrario, y las dos entregas que hizo Marc Webb hace, relativamente, poco, no habían sido suficientes para contarnos la historia del hombre araña, ahora llega un tercer intento que más bien parece una nueva oportunidad para hacer taquilla que otra cosa.
Siendo de las pocas licencias de MARVEL que no posee Disney, era de esperar que Sony, propietaria de los derechos, mimase esta nueva criatura como si fuera oro. Y lo cierto es que a nivel visual y de ritmo, este Spider-Man: Homecoming no está nada mal, aunque no cuente precisamente nada nuevo.
Después de todas las versiones, y variaciones que ha habido con este personaje, quizá uno de los más querido y reconocidos del universo MARVEL, al menos se ha apostado por eliminar ciertas redundancias y profundizar menos en el personaje, como lo hicieron anteriormente Raimi y Webb y aquí directamente se apuesta por lo que MARVEL siempre ha querido, divertimento y nada más.
Atrás quedan pues detalles de la vida del personaje así como su reiterativo inicio. Watts nos muestra a un Spider-Man ya reconocido, con las inquietudes y características de un chico de instituto, aunque en ocasiones muestra cierta madurez para tomar decisiones extremas.
No olvidemos que Spider-Man: Homecoming cuenta con un amplio equipo de guionistas (6 para ser más concretos) que han dado forma a una historia tan simple como sosa, como casi todo lo que subyace en las películas de superhéroes de MARVEL, en donde hay más protagonismo por parte de lo espectacular que del resto.
Tom Holland, la joven promesa que prácticamente descubrió J. Bayona en Lo imposible (2012), se encarga de dar vida por cuarta… (he perdido la cuenta) vez y dota al personaje de mucho dinamismo, mucha frescura y aire nuevo, aunque ya digo que el resto de la película no nos va a descubrir nada nuevo.
Igualmente, solventa uno de los grandes problemas de Disney, el villano. Aquí no hay porque edulcorarlo. Michael Keaton (quizá lo mejor de la película) se encarga en cuerpo y alma, de dar vida al atormentado Adrian Toomes, en un rol eficaz y bien construido. Sin duda alguna es un villano a la altura de Spider-Man, casí equiparable al estupendo trabajo que Alfred Molina hizo en la que posiblemente sea la cinta del hombre araña a batir, Spider-Man 2 (Sam Raimi, 2004).
Para tratar de atraer a más gente a las salas, hay que meter a Iron Man, sino la cosa parece que no está unida con el universo MARVEL. Algo que flaco favor le hace al personaje, quien da la sensación de ser un reclamo para el público más que un nexo de unión. Intenta ser el padre que Parker no tuvo, pero Tony Stark es demasiado genuino como para sustituir a otro personaje.
Spider-Man: Homecoming, cumple con sus ideas, con su estilo. Es una película sincera, que da lo que promete sin confundir a nadie, pero que no llega para descubrir nada.