Han pasado dos años desde el último episodio de la segunda temporada de la serie de los hermanos Duffer. Los personajes han cambiado, la historia… también ha cambiado algo, y sobre todo el retrato ha cambiado.
Estamos en verano de 1985, algo ha cambiado en Hawkins, acaban de inaugurar Starcourt, el primer centro comercial de la ciudad. Resulta inevitable no ir a conocerlo, a ver sus tiendas, su ambiente… pero el mal sigue acechando en la ciudad, y el poderoso ‘Azotamentes’ tiene un plan destructor.
Volvemos a encontrarnos con los Duffer como guionistas de todos los episodios, como sucedió en la anterior temporada, junto a algunos colaboradores. La trama principal, desemboca en el episodio octavo, con una producción más que notable y con unos efectos digitales realmente espectaculares. Nadie puede dudar de que la evolución de esta serie ha sido hacia arriba.
Hay evolución en, prácticamente todos los personajes y el nivel interpretativo sigue subiendo. El paso de los años tanto para actores como para los personajes, les sienta bastante bien. Tanto David Harbour como Millie Bobby Brown siguen manteniendo su listón bastante alto, aunque el resto de secundarios les pisan mucho los talones.
Dentro de la trama principal, resulta interesante el recurso sobre los rusos. Son los ‘malos’ de la función (la sombra de la guerra fría se cernía por aquel entonces) y toda la parte que involucra a los personajes de Steven, Robin y Dustin, es quizá de lo más entretenido. La aventura vuelve a estar patente en este sentido.
Y es que esta temporada parece haber dejado bastante atrás la parte dramática que vimos en la anterior. Aquí la aventura, la intriga y la acción están bastante más presentes, sin olvidar el emotivo discurso final, un verdadero discurso hacia la figura del padre.
Estos ocho nuevos episodios de Stranger Things mantienen el nivel, no hay duda, la trama resulta interesante y los episodios muy entretenidos. Volvemos a encariñarnos con los personajes, con sus situaciones. Es verdad que los dos primeros arrancan con demasiada comedia y esto puede dar la señal de alerta, pero poco a poco (sobre todo con la entrada de la trama principal (la abducción de Bill y su transformación)) la cosa va poniéndose mejor, y la serie recupera gran parte de su espíritu.
Una temporada en la que vemos el paso de los personajes a la adolescencia con todo lo que ello conlleva (están más separados, empiezan a descubrir el amor…), el cambio en la sociedad de consumo (los centros comerciales), la guerra fría… no hay duda de que hay una evolución total en la serie.